Frutos del paraíso

Son vistosos cuando están florecidos, pero lo más importante es que nos proveen de deliciosos frutos que podemos saborear sin que tengamos que temer el uso de transgénicos ni de agrotóxicos.

Si tenemos un jardín o un terreno espacioso, estamos en condiciones de tener árboles frutales. Lo primero que hay que hacer es calcular el tamaño que alcanzará en el futuro para ubicarlo en el mejor sitio posible y evitar trasplantarlo después.

Cada especie alcanza unas medidas aproximadas, aunque siempre podés controlar su tamaño podando las ramas que llegan a molestar si están cerca de una ventana o bloquean una zona de paso.

Necesitan un lugar muy luminoso, ya sea en maceta o en tierra, pero que no reciba los rayos del sol de manera directa ya que podrían quemarse las hojas.

El sitio ideal puede ser cerca de una pared, sobre todo si es de color blanco, para que la luz solar se reparta por toda la superficie del árbol y no únicamente por la zona que la pared no estará tapando.

Tené en cuenta que si los colocás al lado de un tapial con alambrado es muy probable que las ramas sobresalgan a la calle cuando crezcan, así que vigilá su poda.

Otro tema para considerar es que los árboles frutales necesitan un ambiente cálido y estable que no sufra drásticos cambios de temperatura.

Mantené la humedad de la tierra siempre en el mismo nivel e impedí que se seque completamente o, por el contrario, que se encharque.

Dos clásicos de un jardín son el limonero y el manzano.

Limonero

Suele ofrecer limones durante 10 meses al año y es un árbol que embellece el jardín gracias a su copa abierta con flores blancas. Además, tendrá hojas todo el año y siempre estará verde y desprenderá un aroma agradable.

Para su cultivo las condiciones climáticas deben ser agradables y estar medianamente protegido.

Necesita sol y abundante agua (evitando a toda costa las aguas duras o las que llevan demasiada sal).