Con la llegada del calor llegan también las sandalias y nuestros pies se desnudan tras un largo invierno. La exposición al sol y al aire, una inadecuada hidratación de la piel, caminar descalzos y utilizar un calzado incorrecto resecan la planta de nuestros pies y contribuyen a la aparición de grietas en los talones. La piel seca, además, suele ser especialmente vulnerable a las infecciones, por lo que es importante brindarles alivio y protección lo antes posible.
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Síntomas:
Los signos de alerta más frecuentes suelen ser la picazón y el enrojecimiento de ciertas zonas de la piel, la formación de pequeñas escamas y la aparición de pequeñas estrías en los bordes del talón.
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Consejos para tratarlos:
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Para prevenir las fisuras, colocarse una crema hidratante antes de dormir y envolverse los pies en medias de algodón hasta la mañana siguiente. También se puede utilizar aceite de oliva, de lavanda o de almendras.
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Antes de salir de la ducha caliente, bañar los pies con un chorro de agua fría para estimular la circulación. Evitar caminar descalza o con calzados que dejen al descubierto los talones.
Remover la piel seca o gruesa de los pies al menos una vez por semana. Para ello utilizar un cepillo de uñas o una lima de pies siempre con la piel mojada. Es preferible enjabonar profusamente los pies antes de limar las asperezas y enjuagar luego con abundante agua tibia.
Aprender a soltar
Si los talones están agrietados, sumergir los pies en agua tibia con sal durante 10 minutos antes de acostarse, secarlos con cuidado y aplicarse una mezcla de vaselina con crema cicatrizante (se puede utilizar incluso crema para paspaduras de bebés). Envolver los pies con un par de medias gruesas de algodón y repetir este tratamiento hasta que las grietas desaparezcan.
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Otra opción es mezclar media taza de agua de rosas con una cucharada de vaselina líquida o glicerina y masajear vigorosamente los pies. Dejar actuar durante 15 minutos y enjuagar con agua y jabón. Secar los pies sin frotarlos, apoyando firmemente la toalla en la planta y talón. Con estos cuidados cotidianos los talones lucirán suaves, sin grietas y saludables.
Rutinas antigrietas:
Realizar un masaje exfoliante mezclando tres cucharadas de miel con dos cucharadas de sal gruesa.
Masajear la zona de los talones con movimientos circulares y enjuagar con abundante agua tibia.
Secarse cuidadosamente -no olvidar hacerlo entre los dedos de los pies- y aplicar una mezcla de vaselina líquida (una cucharadita alcanza) con el jugo de un limón. Frotar este tónico hasta que se absorba por completo. Otra opción es mezclar el jugo de limón con una cucharadita de aceite de almendras. Enfundar los pies con medias de algodón.
Si las fisuras son dolorosas, empapar una gasa con unas gotas de aceite de oliva y colocarla en los talones. Ponerse medias y reposar. Antes de acostarse retirar las gasas y las medias.
at Redacción Mía
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