El bambú es una planta particular que en los siete primeros años, requiere de mucha paciencia, confianza y cuidado y si no se la cuida cada día, seguramente terminará muriendo.
Una vez que se siembra la semilla, pasan días y meses y la planta no crece, no sale a la superficie. Tras siete largos años, un día, el bambú brota en forma repentina y crece con tanta fuerza, que llega a alcanzar los treinta metros de altura en solo seis semanas. La planta de bambú, durante los primeros siete años, se dedicó únicamente a fortalecer y desarrollar un complejo sistema de raíces.
Pasa lo mismo con el éxito en la vida. ¿Cómo hacer para persistir y no desistir? Hoy te invito a seguir el camino del bambú.
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Sus cuatro fortalezas:
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La primera enseñanza del bambú es la voluntad: En los inicios, solo la voluntad va a sostenernos: querer, tener la actitud de comprometerse a dar todo, más allá de las circunstancias, por más difícil que parezca el desafío. Si no ves resultados, no desesperes, quizás solo estés echando raíces. El camino al éxito implica saber y no solo tener conocimientos teóricos y académicos sino desarrollar la capacidad para potenciarse en ese aprendizaje. Saber es formarse, aprender y lograr una mentalidad ganadora. Cuando emerge el talento hace falta darle un rumbo.
Volver a empezar.
La segunda enseñanza del bambú es "desarrolla tu talento": Saber hacer es transformar el saber en poder. Poder es habilidad, experiencia, es práctica. ¿Cuánto tardará en manifestarse mi talento? Y esto nos remite nuevamente al bambú, quien tardó siete largos años que le llevó dar el gran salto. Durante esos años estaba desarrollando los cimientos que le permitirían más adelante sostener lo inmenso que estaba por venir.
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La tercera enseñanza es tener un propósito y una visión: Se necesita una visión. El camino al éxito está sembrado de desafíos, obstáculos, incertidumbre, dolor. Las adversidades movilizarán todas las dimensiones de tu ser: cuerpo, mente, emociones deberán estar alineados en torno a esa visión. Cuando existe un propósito, la voluntad y el talento se conjugan. La voluntad para crear una visión, el talento para darle un rumbo. El bambú es flexible, se dobla, pero no se quiebra.
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La cuarta enseñanza de esta planta es la resiliencia: tiene la capacidad de volver a crecer cuantas veces sea necesario, cuando lo cortan de raíz, la capacidad de sobreponerse a las adversidades y conquistar los sueños. Como el bambú japonés, el ser humano despierta su potencial a través de un profundo proceso de transformación personal. Como el bambú japonés, confiá y sé paciente.
Roxana Anahí Timo
Médica M.N. 88956 Health Coach
@dra.anahitimo
at Redacción Mía
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