Scalp stress o estrés del cuero cabelludo es una de las mayores preocupaciones del mundo beauty en pleno siglo XXI.
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Nuestro pelo y cuero cabelludo están muy influenciados por las fluctuaciones hormonales, y el estrés puede alterar estos niveles hormonales. "De manera específica, el estrés aumenta los niveles de cortisol (también conocida como hormona del estrés), lo que a su vez puede aumentar la producción de sebo (aceite) en el cuero cabelludo", explicó Anabel Kingsley, una tricóloga británica especialista en trastornos del cuero cabelludo.
El estado de esta fina piel de nuestra cabeza habla mucho de la calidad y la belleza de nuestro pelo. Para tener un cabello lindo y sano, primero hay que ocuparse del cuero cabelludo. El motivo es que en su interior se encuentran los folículos pilosos, y si estos están saludables, formarán un cabello con mayor vitalidad. Pero si presentan una excesiva oleosidad, afecciones como la caspa, problemas de sequedad, o no reciben la cantidad de oxigenación y nutrientes necesarios, los se verán afectados.
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Sumado a esto, todos los días, el cabello se enfrenta a nuestro propio estrés, la contaminación ambiental, cambios climáticos, tratamientos estéticos como tinturas, planchitas, brushings, secadores, y la utilización de productos como geles, sprays, cremas de peinar, etc, que van dejando residuos acumulativos y afectan la salud del pelo, "estresándolo".
Para evitar todos estos males, te proponemos un minitest para que identifiques cuál es el estado de tu cuero cabelludo y actúes a la brevedad.
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Señales de alarma:
Tres son los signos a los que se debe atender:
Guerra final contra la caspa
Caspa: el estrés puede debilitar las defensas naturales del cuerpo contra los microbios que existen naturalmente en el cuero cabelludo, lo que provocará sequedad y descamación.
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Caída del cabello: el estrés también puede causar efluvio telógeno, que ocurre cuando la fase anágena del ciclo de crecimiento del cabello se ve interrumpida por una alteración interna en el cuerpo. Esto hace que muchos más cabellos de lo habitual se muevan de su fase anágena en su fase telógena (desprendimiento), lo que resulta en una caída diaria excesiva del cabello.
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Excoriación y tricotilomanía: el estrés a menudo puede desencadenar un tirón excesivo del cabello al peinarse o rascarse el cuero cabelludo habitualmente. Si padecés alguno de estos síntomas, consultá con tu dermatólogo para trazar un plan de acción acorde a tus necesidades.
Los tratamientos pueden incluir, según la indicación del especialista, fármacos vía oral o tópicos, además de alternativas mínimamente invasivas, como la mesoterapia o plasma rico en plaquetas.
Cómo cuidarlo:
Los problemas menores del cuero cabelludo pueden resolverse, en la mayoría de los casos, ajustando la rutina diaria de cuidado y la elección de productos específicos. Consejos:
No aplicar el champú en todo el cabello, sino solo sobre el cuero cabelludo.
El acondicionador se debe colocar únicamente en el extremo opuesto del pelo, el largo y las puntas.
Si se utilizan lociones específicas, aplicarlas solo en el área del cuero cabelludo, sin humedecer en exceso, para evitar que se corra al resto del cabello ya que esto podría quitarle su lubricación natural y provocar sequedad.
Aprovechar el lavado para masajear el cuero cabelludo. Esto ayuda a incrementar la circulación en esa zona y, además, tiene el beneficio adicional de oxigenar y liberarlo de tensiones.
Utilizar siempre agua tibia durante el lavado. El agua demasiado caliente aumenta la producción sebácea.
En verano, conviene hacerse baños de crema o tratamientos nutritivos con mayor frecuencia, pero debemos elegir lo más adecuado a nuestra realidad capilar.
No abusar del secador, la planchita ni la buclera. Mejor optar por las de cerámica y antes de usarlas rociar en todo el cabello espray protector anticalor, especialmente en las puntas, ya que son más sensibles al daño.
Consejos:
Estas son algunas de las recomendaciones con respecto a tus hábitos:
Poner el estrés bajo control: el cuero cabelludo es muy sensible a la tensiones. Existe un estrés bueno y uno malo. El que afecta al cuero cabelludo es el estrés malo, cuando nos agobiamos, cuando tenemos ansiedad o depresión. Sus efectos son mayor caída del pelo, cabello más graso, picazón e irritación.
Cuidado, el exceso de calor también daña el cuerpo cabelludo: por apurados, o falta de paciencia, solemos poner el secador a toda potencia: una mala costumbre. Sabemos que las herramientas térmicas no son la mejor fuente de salud para el pelo, pero tampoco lo son para el cuero cabelludo. Luego de lavar el cabello, lo mejor es dejar secarlo al aire libre. Si utilizamos el secador, separarlo unos 10 cm de la raíz del pelo y no mantener el calor focalizado en cada zona. Utilizar temperaturas más suaves, aunque tardemos un poco más.
Decirle chau a gorros y sombreros: evitar utilizar a diario complementos que cubran la zona porque impiden que el cuero cabelludo respire bien. Y al utilizarlos, hacerlo con el cuero cabelludo limpio, porque la suciedad (acumulación de grasa, sudor y contaminación) puede asfixiarlo más. En cualquier caso, siempre es recomendable usarlos en verano, al exponerse al sol, para evitar quemaduras (sí, el cuero cabelludo también se puede quemar).
No excederse con las colas de caballo: estirar mucho el pelo y apretarlo en una coleta o cualquier recogido muy tirante causa tensión en la raíz y debilita el bulbo piloso. Procurar no abusar de estos peinados.
Lavarlo cuando consideremos que se necesita: al igual que hacemos con las manos. No hay riesgos. Si se hace a diario, no es necesario utilizar mucho champú ni acondicionador, con un poquito es suficiente. Los champús tienen que ser suaves y conviene exfoliarlo, como la piel, para una limpieza más profunda, aunque sin abusar (no más de una vez por semana o 15 días). Al contrario de lo que se piensa -que produce más grasa al lavarlo con frecuencia- el cabello graso se puede higienizar todos los días sin problema. Eso sí, es necesario elegir un champú específico. Pero además, ese exceso de grasa puede estar causado por una mala alimentación, ya que una dieta desequilibrada, con exceso de grasa y azúcares puede incidir también en el estado del cuero cabelludo.
Atención con la picazón: cuando el cuero cabelludo pica quiere decir que la circulación sanguínea se está defendiendo de algo y funciona con mayor intensidad. Probablemente es algo alérgico. Hay que tener cuidado con los productos y con los materiales que se utilizan porque pueden ser la causa. Evita rascarse, porque lo único que se consigue es aumentar la irritación. Si esta persiste más de cuatro días hay que acudir al dermatólogo.
Evitar dejar el pelo mojado envuelto en una toalla. Si lo envolvemos y realizamos movimientos de torsión con la toalla, podemos romper el pelo, ya que estando húmedo es más frágil. Lo ideal es utilizar la toalla solo para quitar la humedad.
Ojo con la dieta: la alimentación influye muchísimo, casi el ciento por ciento. Hay que evitar los alimentos ultraprocesados, los fritos, la sal, el exceso de azúcar y el alcohol. Las frutas y verduras son una buena fuente de nutrientes, así como la levadura de cerveza, rica en vitaminas del grupo B, una de las más importantes para la salud capilar.
Más tips:
Si el cuero cabelludo está alterado, lo primero es descartar que haya alguna enfermedad. Si no la hay, se puede mejorar eligiendo un champú en función de las características del cuero cabelludo y no del resto de la melena (para esta se puede usar otro tipo de champú). Si el cuero cabelludo es seco, puede producir descamación y picor. Aparte de usar el champú correcto, el agua termal, utilizada para la hidratación facial, es muy útil para aliviar estos síntomas.
Si es graso, apostar por ingredientes naturales que compensen el exceso de grasa: las arcillas o plantas como la camolila o la salvia son buenas aliadas.
Además, se puede tomar algún suplemento de vitaminas y sobre todo cuidar los hábitos saludables (incluye dejar el tabaco), evitar el calor y el sudor excesivos así como bañarse en piscinas con mucho cloro.
Diferentes tipos de cuero cabelludo:
Graso: cuando las glándulas sebáceas producen un exceso de sebo y el cabello se ve lacio, especialmente "sucio" en las raíces.
Seco: al contrario que el anterior, la grasa que producen las glándulas es escasa, por eso puede traducirse en un pelo opaco, encrespado y poco hidratado.
Normal: cuando está equilibrado y no suele presentar ninguna afección más allá de la que ocurre de forma natural con las estaciones del año o la polución.
Mixto: no llega a ser graso, pero sí existe un exceso de sebo que la piel termina reabsorbiendo, evitando que se distribuya al cabello y dándole al pelo un aspecto algo seco.
at Silvia Pardo
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