La hiedra se adapta muy bien tanto a exteriores como a interiores. Crece en lugares en los que persiste durante todo el año cierta temperatura y en los que el aire es húmedo. Pero fuera de eso, no requiere de grandes cuidados.
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Como le gusta la humedad, es ideal para los cuartos de baño "verdes". Además, en ese sentido es un decorado perfecto, porque se conserva muy bien durante todo el año y no pierde ni las hojas, ni el color.
Su sitio favorito es a la mediasombra. Suele crecer en bosques, paredes y laderas, porque puede mantenerse con pequeñas raíces que, en caso necesario, se convierten en sostén.
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La raíz se aparta de la luz, en la sombra, y tiene como única función sostener el crecimiento, de modo que la planta puede crecer hasta trepándose a los árboles. A su vez, esas raíces absorben los nutrientes que la planta necesita.
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La hiedra también da unos frutos que a las aves les encantan, y justamente eso hace que la especie se reproduzca tanto. Ahora bien, si uno quiere reproducirla en casa, tampoco tendrá mayor inconveniente, porque se presta para hacer gajos: si uno pone el corte en agua, forma rápidamente raíces.
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Existe en distintas variantes: de hojas grandes y pequeñas, con matices de colores, con nervaduras más y menos fuertes. A nivel mundial existen 400 tipos distintos de hiedras, de las que sólo suelen comercializarse 20.
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La hiedra táurica, por ejemplo, es muy robusta, crece mucho y es ideal para dotar de verde los cercos y medianeras. Para decorar superficies más pequeñas se recomienda la hiedra algeriensis.
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En algunos países se la utiliza para las tumbas porque simboliza la vida eterna, con lo cual se convierte en una planta de relevancia cultural.
FUENTE: dpa
17 de noviembre de 2016
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