Es una función de los padres, juntamente con la de enseñar y la de contener. Poner límites resulta necesario para su seguridad y también para un conocimiento del mundo y la realidad en las que el pequeño vive. Los límites constituyen un coto para sus fantasías y sus pulsiones. Esto es muy importante en el aprendizaje del dominio de los impulsos destructivos, por ejemplo, cuando obstinadamente procuran colocar los dedos en los enchufes o el fuego.
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El aprendizaje:
Es absolutamente normal, y forma parte del desarrollo, que los chicos demanden, pidan y quieran todo lo que ven, situación imposible de ser satisfecha. Marcando pautas claras desde el principio se los puede ayudar en la estructuración de su psiquismo y calmar sus angustias tempranas.
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Cuando se ponen límites, el niño comprende que no todo se puede conseguir.
Aprende a tolerar la frustración, también a esperar.
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¿Qué es un límite?
Es una pauta de comportamiento, un aprendizaje y también una modificación de una conducta, instaurada principalmente por los padres durante el desarrollo del niño.
Es amor y contención, ya que el niño se siente registrado, mirado y amparado por los adultos.
Es el primer organizador de su vida. Planifica sus ritmos vitales y horarios desde el principio; alimentos, sueño, vigilia, juego, socialización, etc.
Es enseñar la capacidad de espera: el niño aprende que no todo es aquí y ahora, y que hay cosas que puede hacer y tener y hay otras que no, en relación a su edad evolutiva. Conocer y respetar los horarios y las rutinas ayuda a entender que hay momentos para cada cosa que se esperan y saben que llegarán. Por ejemplo, el momento de alimentarse, de ir a dormir, de darse un baño o de jugar les permite aprender a comprender la noción de tiempo y que todo no es ya, aquí y ahora.
Los límites cuidan y protegen a los niños de los peligros externos y de sus impulsos. Y, lo que es muy importante para su vida adulta, los límites les enseñan a tolerar las frustraciones.
Reglas Básicas:
El límite tiene que ser específico: por ejemplo: "Tomá mi mano para cruzar la calle".
Dar alternativas: "Es hora de bañarse: ¿ducha o bañera?".
Ser firmes: darlos con una voz segura, sin gritos y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen una opción de obedecer o no.
Sostener los límites en el tiempo: si se le dice al niño que está en penitencia y no puede usar la playstation el fin de semana, los padres tienen que cumplir con el plazo.
Ambos padres tienen que estar de acuerdo con respecto a los límites que van a poner: Si uno pone un límite y el otro lo desautoriza, crearán confusión en el niño y resultará ineficaz.
at Redacción Mía
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