Friday 26 de April de 2024
FAMILIA | 13-01-2022 13:20

El tiempo y la maternidad

Tener un hijo, la escritura, el cuerpo, el amor y el deseo son los temas de Te hablaría del viento, las breves crónicas autobiográficas de Leila Sucari, quien explora en ellas la poesía de lo cotidiano y el paso de los años.

"Miento. Le miento a mi hijo para quedarme en el piso, para no tener que hablar. Ayer le mentí para seguir leyendo. ‘Dormí un ratito más, mi amor, que es muy temprano todavía’, le dije cuando eran las 11.30 horas y había ocurrido el milagro de despertarme antes que él”, escribe Leila Sucari (Buenos Aires, 1987) en Te hablaría del viento, su libro de crónicas íntimas publicada por Editorial Excursiones.

A lo largo de sus 162 páginas, el tiempo narrado será el de la vida personal, en el que la crianza de un niño pequeño a solas ocupa un lugar central que abre a nuevos temas: el recuerdo de su infancia, su relación con su familia en su vida adulta, su profesión de escritora y periodista y el erotismo como un mundo que funciona en paralelo, que segmenta esa identidad de madre, quizá  su estereotipo.

Los relatos del nuevo libro empezaron a escribirse hace cinco años y la mayoría tiene una relación o un origen con las crónicas o experiencias que la autora viene escribiendo en la revista digital La Agenda. No son textos que entren en definiciones rígidas de un género porque lo que predomina es el tono y el tiempo de la voz, "Una voz -dice Sucari a Télam- que al principio fue muy relato autobiográfico y se fue distorsionando también. Al principio era más crónica, más realista y con el tiempo se fue ablandando, como una torsión hacia lo poético", dice la autora.

Leila Sucari tiene el tono de voz perfecto para narrar las pequeñas batallas cotidianas y guiarnos por lo que acontece puertas adentro, en la intimidad
"La palabra elige lo que quiere ser y mi trabajo es escuchar lo que está pasando ahí", afirma Sucari.

Y agrega: "El año pasado, que fue un año fuera del tiempo, me hizo volver a estos textos y a pensar cómo se desarma y pierde sentido la cuestión de la temporalidad lineal, como ese tiempo roto. En ese año de encierro y de búsqueda tan hacia adentro pude sentir el pasado, el presente, el futuro, todo, mezclándose, tocándose, y ahí de esa sensación surgió la estructura".

Acerca de la escritura, explica: "Lo que más me gusta de escribir es no saber a donde voy, que sea un viaje de búsqueda, de sorprenderme. La palabra elige lo que quiere ser y un poco mi trabajo es escuchar lo que está pasando ahí, más que de guiar, después sí hay que tomar decisiones pero hay que detenerse a escuchar lo que está pasando. Hacerse un tiempo interno, esto de la escucha, de poder detener algo y escuchar, quizá se logre en un rato pero es un tiempo distinto al del reloj porque es el tiempo de poder conectar con cierta voz".

"Construir un espacio donde las palabras circulen y hagan vibrar la lengua. La escritura es un acto de soledad, pero la creación es colectiva. Es con los otros; sean personas, animales, plantas, estrellas, vivos o muertos. Se trata de abrir ventanas, que el mundo pase y te atraviese. Dejar de ser uno", afirma Sucari.

Sobre el libro:

En el nuevo libro el espacio para dejar de ser uno será la naturaleza. En este sentido, Sucari proporciona una buena cantidad de caminatas por bosques imaginarios y por campos reales y por la vida doméstica compartida con su hijo y sus mascotas.

“Cuando me dispongo a la depresión, suena el celular. Me llega una foto de mi hijo remontando un barrilete de colores al costado del río. Tiene una sonrisa enorme, el hoyuelo marcado y el pelo revuelto por el viento. No puede existir algo tan bello, pienso, y es como si el mundo entero se ordenara de pronto”.

Leila Sucari no teme abjurar y al segundo correr a abrazar ese sentimiento amoroso de estar al cuidado de una vida pequeña, frágil, vulnerable pero también demandante y "tirana". Porque, para la escritora, “la maternidad puede molestar como un abrojo incrustado en la piel”, pero también “abrir el corazón y provocar una lucidez psicotrópica capaz de acercarte a una especie de verdad mucho más fuerte que el tiempo”.

Acerca de la autora:

Su primera novela, Adentro tampoco hay luz (por la que obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las Artes), fue el debut auspicioso de Leila Sucari, un relato de crecimiento en un mundo hostil de mujeres de distintas generaciones.

Fugaz, la segunda, la confirmó como una de las autoras con mayor proyección de la nueva generación. Mientras que los poemas de Baldío (Editorial Pánico el Pánico, 2020) no hicieron sino forzar un poco más su mirada al límite: lo que la narradora vive y ve aparece a menudo distorsionado, que dan cuenta de una búsqueda al mismo tiempo existencial y estética. Sucari también escribe y edita para revista digital La Agenda.

La edición de Te hablaría del viento viene acompañada, como los ensayos de la editorial, por dos reproducciones a color de la artista Lola Goldstein, que a su vez ilustra la tapa. El plus que distingue a la Editorial Excursiones y que caracteriza toda su colección es acompañar con la obra de un artista plástico contemporáneo los textos de ensayo latinoamericano que publican. Para los coleccionistas y seguidores de la gran artista residente en Burzaco, las postales que reproducen una obra de 2013 y otra de 2020 están finamente troqueladas y son muy enmarcables.

Contenidos del libro:

Una casa no es solo el lugar donde se vive”, escribe Sucari con nostalgia y se entrega a una vida nómade de mudanzas por la ciudad y viajes al campo donde la naturaleza irrumpe con su desborde. Los sucesos de su vida se entremezclan con el amor, lo doméstico y las plantas: “Nos besamos y el aire huele a comida recién hecha y a fl ores inflamadas, mientras allá lejos, el mundo sigue ocurriendo y el viento agita los árboles”. En estas páginas, además, aparece la maternidad como un disparador que le permite recordar su niñez y pensar la de su hijo, manteniendo siempre un punto de tensión entre ambas. Hay algo de lo inaprensible, como si su escritura se desprendiera del intento de capturar con la mirada el movimiento de las cosas para poder contarlo.

at Redacción Mía

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