Tuesday 10 de December de 2024
SOCIEDAD | 08-07-2021 12:27

La mamushka más chiquita

Yaiza Conti Ferreyra es una joven autora nacida en Estados Unidos, que acaba de publicar Medias de Unicornio, un libro donde narra el duelo de una mujer luego de perder a su primer hijo. Una obra sensible y cuestionadora.

"El proceso de escribir esta novela nos salvó, partir del dolor más profundo y poder mirarlo 'de afuera', compartir cada párrafo y hablar de lo que nos había pasado nos fue fortaleciendo. El arte siempre sana y nos conecta con otros. Porque al final solo somos humanos que nos pasan más o menos las mismas cosas y buscamos sentirnos menos solos”, cuenta Yaiza Conti Ferreyra sobre su primera novela Medias de Unicornio, basada en hechos reales, donde narra el duelo de una mujer luego de perder a su primer hijo.

Una mirada de una mujer de estos tiempos, atravesada por mandatos, culpas e ideologías, que interpela en todo momento a quien desee sumergirse en las profundidades de su mar.

Con un lenguaje claro, Yaiza comparte su emocionante y desgarrador proceso que acompañado de su fortaleza, logra dar a luz su obra. Destaca la mirada de una mujer que luego de estar quebrada, se convierte nuevamente en su ave fénix.

Gentileza Hasta Trilce Ediciones
"Unicornear: dícese de la acción de montar un unicornio y salir volando, atravesando nubes y arcoíris, hasta llegar casi al sol"

La novela fue publicada por Hasta Trilce, una editorial que edita obras de autores con sentidos alternativos, e inspiran a comprender el mundo y a crear otros donde quepan todos los mundos.

“Quien se anime al mundo que Conti Ferreyra crea con su narrativa, va a identificarse en una risa, un cuestionamiento, una torpeza, y en un aprendizaje donde el ojo clínico y humorístico de la autora que nos muestra la belleza de lo pequeño y la traducción de lo inefable”, afirma la actriz y escritora Eleonora Schajnovich.

La novela es una historia que nos conecta con la certeza de reencontrarnos con el amor posible, el único y verdadero
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Entre sus páginas, los cuestionamientos de ciertos estereotipos y lugares comunes acerca del ser, no ser y el deber ser, invitan al lector a nuevos interrogantes.

Sobra la autora:

Yaiza Conti Ferreyra nació en Nueva York en 1984. Estudió Actuación en la Universidad Nacional de Arte. Es profesora de teatro y actriz. Participó en las obras El Público, Canadá, Eduardo, La Pelopincho, Inundación y Es mí fi esta, esta última con texto de su autoría. Escribió las obras Anahí y Animalia, aún sin estrenar.

Gentileza Hasta Trilce Ediciones
La obra: Medias de unicornio de Hasta Trilce Ediciones. 

Citas de Medias de unicornio:

Primera lista:

¿Por qué quise tener un hijo? ¿Para disfrazarlo/a de unicornio u Hombre Araña y derretirme de amor? ¿Para poder volver a ver todas las películas de Disney con una relectura feminista? ¿Porque mis redes sociales están llenas de fotos de bebés de otras? ¿Para darle un nieto a mi madre? ¿Para poder decir porque lo digo yo y se acabó? ¿Para no quedarme sola de vieja? ¿Porque según lo que dicen es lo mejor que te puede pasar en la vida y no quiero quedarme con la duda? ¿Para jugar a ser una pequeña diosa y criar a alguien a mi imagen y semejanza? ¿Para que pueda hacer todo lo que yo no pude? ¿Porque ya aprendí, me olvidé, me perdí, me encontré, rompí y me rompieron y ahora qué? ¿Para no tener que estar dando explicaciones de por qué no? ¿Porque creo que tengo algo que enseñar? ¿Para dejar de obsesionarme conmigo misma? ¿Para disimular mis silencios internos y externos? ¿Para tener todas las respuestas y si no inventarlas y que alguien me crea? ¿Para ganarle a la muerte? ¿Para sentirme realizada de la manera más convencional? ¿Para sentir que de mí depende la vida de otro ser humano y no hay mayor poder que ese? ¿Porque me amo tanto que quiero ver una versión de mí misma en chiquitita? ¿Para intentar ser mejor que mis padres y terminar cometiendo los mismos errores? ¿Para tener una excusa para no hacer todo lo que no quiero hacer? ¿Para tener una excusa para abandonar definitivamente eso que de todas maneras no iba a hacer? ¿Para llenar un vacío que no debería existir y que arde en carne viva, con cada respiración?

Yo fui una madre con minúsculas, una madre inconclusa. Una mad. En inglés mad significa loco.

Llegó al helecho que me regaló mi mamá. Ella lo llama “lazo de amor”. Mi nona (su madre) en cambio lo llamaba “malamadre”. El apodo se debe a que tiene la particularidad de generar mini plantitas, iguales a la principal, que tira por fuera de la maceta. Bien merecido tiene su nombre. La agarraría y la arrojaría por el balcón y ojalá que no esté pasando nadie por la calle porque no pienso mirar.

Soy la mamushka más chiquita, la que está adentro de todas las demás, protegida por todo el linaje matriarcal soviético. La única que no tiene otra adentro. La única que no es madre porque no supo, no supo, tiene que aprender. La muy egocéntrica está rellena de 55 sí misma, no tiene espacio para otra, cuchichearán las mamushkas mayores en la vereda con muecas de reprobación.

Unicornear: dícese de la acción de montar un unicornio y salir volando, atravesando nubes y arcoíris, hasta llegar casi al sol. “Casi”, porque ya aprendimos la lección con Ícaro, otro niño hermoso que también terminó en puñado de cenizas.

Sobre el libro:

"Dejamos de ser hijas cuando nos convertimos en madres, me dijo un día una amiga. ¿qué carajo me quiso decir? ¿Que si no llego a ser madre estoy condenada a ser eternamente hija? Me imagino encerrada en la mamushka más chiquita por el resto de mi vida y otra vez me falta el aire"

Una mujer después de perder un hijo. Su duelo es un ojalá lleno de vientos y cenizas; tocar fondo para salir a alguna superficie posible desde la profundidad de su mar.

La muerte de lo más querido y qué hacer con eso. La mirada de una mujer de estos tiempos, atravesada por mandatos, culpas e ideologías. El ser, no ser y el deber ser, como pregunta que retumba, he ahí el dilema.

Ser o no ser ¿madre?, ¿buena?, ¿suficiente?, ¿fracasada?, ¿capaz?, ¿posible? y el extrañamiento necesario para convertirlo en poesía. “Ojalá no se te muera ningún hijo más”, le dice uno de sus alumnos. Ella se muere de miedo, pero sigue, porque entiende que los miedos solo sirven si retrasan un poco la muerte.

at Redacción Mía

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