El mandala es una representación gráfica de nuestra esencia interior. En sánscrito la palabra significa círculo. En un sentido profundo el círculo siempre ha sido un símbolo de totalidad y unidad. Una imagen que hace referencia a un ser, una célula, un sol, un planeta o una persona. Es una forma perfecta que nos recuerda al cosmos, a la eternidad y a todo lo contenido en el universo. Carl Jung el importante psicólogo y psiquiatra suizo, equiparó la forma y la estructura del mandala con el ojo humano. Él decía: "El término mandala define el círculo ritual o mágico que se usa particularmente como instrumento de contemplación".
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En la naturaleza y en el arte:
Existen distintos tipos de mandalas. Algunos se encuentran en la naturaleza y los podemos apreciar cuando cortamos al medio una naranja, una granada o un kiwi. Ahí se revela ante nuestra mirada un mandala contenido en un círculo con sus múltiples dibujos en el interior.
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Muchos otros de los mandalas son creaciones humanas que existen como representaciones de lo divino y trascendente en todas las religiones del mundo. Desde Oriente a Occidente aparecen encerradas en un círculo imágenes religiosas, algunas veces más simbólicas y otras representativas. Todas ellas señalan un afuera y un adentro, ese núcleo interior generalmente está marcado en un espacio central desde donde nace ese microuniverso representado en el dibujo.
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Pintados en madera, en papel o directamente emplazados en construcciones arquitectónicas importantísimas de la antigüedad, muchas de estas construcciones tienen mandalas “escondidos” en los planos de los templos. Esto ocurre en todas las religiones ya que el orden y la gracia del mandala nos conecta naturalmente con la idea de unidad trascendente y nos vincula, a través de la forma, con la divinidad y la espiritualidad.
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Los mandalas han encontrado su máxima expresión en las culturas asiáticas, como la tibetana, china o hindú. También podemos ver mandalas paganos como en los anillos de hadas, las ruedas mágicas de las brujas de Halloween y en los bailes tradicionales del mundo. En todos ellos se forma un círculo que a menudo recibe el nombre de danzas circulares, en las cuales la comunidad forma un mandala humano que le permite conectar y expresar fraternidad y unión a través del baile.
Sus bondades:
Dibujarlos, pintarlos o meditar con ellos brindan beneficios físicos, mentales y espirituales. Estos son algunos:
Estimulan el pensamiento creativo y la habilidad para resolver problemas.
Proporcionan satisfacción y placer.
Abren la conciencia y la focalizan.
Reducen el estrés.
Incrementan la concentración.
Ayudan a superar bloqueos y patrones erróneos de la vida.
Alinean el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu en armonía. Abren el chakra corazón.
Ayudan a alcanzar todo nuestro potencial.
El poder de su figura:
El dibujo de mandalas requiere precisión, disciplina, exactitud, concentración, orden y paciencia. Los mandalas, además de ser figuras muy bellas, tienen la particularidad de ser armónicas y dar sensación de perfección. El círculo remite a una simbología inconsciente de origen, de protección y de integridad. Visualizar el centro hace que pongamos atención sobre nuestro propio eje. La imagen hace que nuestro interior se vaya ordenando. El acto de dibujar y pintar mandalas enseña a la mente y a la conciencia cómo concentrarse, cómo estar enfocados en un punto.
El significado de sus formas:
Todos los elementos presentes en los mandalas tienen un significado:
Círculo: movimiento. Lo absoluto. El verdadero yo.
Cuadrado: procesos de la naturaleza. Estabilidad. Equilibrio.
Estrella: símbolo de lo espiritual. Libertad. Elevación.
Corazón: sol. Amor. Felicidad. Alegría. Sentimiento de unión.
Cruz: unión del cielo y la tierra. Vida y muerte. Lo consciente e inconsciente.
Espiral: vitalidad. Energías curativas. Búsqueda constante de la totalidad.
Hexágono: unión de los contrarios.
Laberinto: implica la búsqueda del propio centro.
Mariposa: autorenovación del alma.
Pentágono: silueta del cuerpo humano. Tierra, agua, fuego.
Rectángulo: estabilidad. Rendimiento del intelecto. La vida terrenal.
Triángulo: agua, inconsciente (hacia abajo); vitalidad, transformación (hacia arriba); agresión hacia uno mismo (hacia el centro).
Simbología de sus colores:
Blanco: simboliza la pureza, la inocencia, la simplicidad y el optimismo.
Negro: transmite misterio, profundidad; pero también tristeza, desánimo.
Amarillo: alegría y optimismo.
Rojo: el color de la vida y la energía pura. Significa pasión, fuerza, valor.
Naranja: transmite salud y vitalidad.
Azul: paz y tranquilidad.
Verde: simboliza la esperanza.
Rosa: refleja calma y buen humor.
Violeta: es el color de lo espiritual.
Marrón: estabilidad y firmeza.
Gris: este color simboliza lo formal, la seriedad, la elegancia y el orden. Aunque también lo sombrío y la tenacidad.
Para meditar:
Hacer una práctica de meditación con mandalas puede consistir en la observación o el dibujo de éstos:
Observación: con solo sentarnos en un lugar cómodo, lograr una respiración rítmica y profunda, y disponerse a observar algún mandala de nuestra elección. Esto nos llevará a un estado de relajación y bienestar. El proceso de observación puede durar entre tres y cinco minutos.
Dibujar o pintar mandalas: Para colorearlas elegir un modelo que nos inspire, seleccionar lápices de colores, marcadores, acuarelas y ubicarse en un lugar tranquilo. Podemos poner música si lo deseamos y comenzar el trabajo. Si necesitamos ayuda para exteriorizar nuestras emociones, podemos colorearlos de adentro hacia fuera. Si queremos buscar nuestro centro, pintarlos de afuera hacia adentro.
at Redacción Mía
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