Es una inflamación del cartílago que conecta una costilla al esternón (hueso del pecho). El dolor causado por la costocondritis podría asemejarse al de un ataque cardíaco u otras enfermedades del corazón, pero no es grave. No suele tener causa aparente.
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Síntomas:
El dolor asociado a la costocondritis, por lo general se presenta en el lado izquierdo del esternón. Es agudo, punzante o da una sensación de presión. Afecta a más de una costilla. Empeora al respirar profundo o al toser. Si el dolor es en el pecho, se debe buscar atención médica de urgencia para descartar causas potencialmente mortales, como un ataque cardíaco.
Causas:
En general, la costocondritis no tiene una causa clara. Sin embargo, en ocasiones, pueden provocarla los siguientes factores:
Lesiones: un golpe en el pecho es un ejemplo.
Tensión física: levantar cosas pesadas, hacer ejercicios fuertes y tener tos intensa pueden estar asociados a la costocondritis.
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Tratamiento:
La costocondritis suele desaparecer por sí sola, aunque es posible que dure varias semanas o más. El tratamiento se centra en el alivio del dolor.
Los tratamientos de fisioterapia pueden comprender ejercicios de estiramiento y estimulación nerviosa eléctrica transcutánea.
El médico podría recomendar los siguientes medicamentos:
Antiinflamatorios no esteroides: si bien ciertos medicamentos, como el ibuprofeno o el naproxeno sódico, son de venta libre, el médico podría recetar variantes más fuertes de estos medicamentos.
Tranquilizantes: si el dolor es intenso, el médico podría recetar estos medicamentos.
Antidepresivos: los tricíclicos, como la amitriptilina, a menudo se utilizan para controlar el dolor crónico (en especial, si impide dormir durante la noche).
Anticonvulsivos: el medicamento para la epilepsia gabapentina también se emplea en el control del dolor.
Remedios caseros:
Es poco lo que el médico puede hacer para tratar la costocondritis. Pero las medidas de cuidado personal pueden hacer sentir más cómodas a las personas afectadas. Estas son algunas de ellas:
Calor o frío: intentar colocar compresas calientes o una térmica en la zona que produce dolor varias veces al día. Mantener la configuración del calor en intensidad baja.
El hielo también puede resultar de ayuda.
Descanso: evitar las actividades que hagan que el dolor empeore.
Fuente: Clínica Mayo.
at Redacción Mía
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