María Muñoz y Corina Cassola se conocieron en 2018, cuando una persona en común las presentó en el gimnasio. Ambas tenían marcas de diseño y juego orientadas a los niños por lo que compartiendo estos mismos intereses, se hicieron amigas, colegas y luego socias. Así comenzó la nueva historia de Fanga.
Con ansias de emprendedoras, decidieron comprar Fanga en octubre de 2019. “La marca ya estaba en el mercado pero la producción estaba detenida. Resignificamos su nombre enseguida porque Fanga posee un sonido divertido y sus fonemas nos llevan a pensar en diversión, en movimiento, en aprender andando, en aire libre y aventura”, destaca María. Y cuenta que trabajaron en desarrollar una nueva imagen, nuevos talleres y mejoras en el diseño y las partes. Además, crearon productos nuevos como el carrito.
Una historia de desafíos y éxito:
En esta nueva etapa el crecimiento de la firma fue exponencial. “En 2020 crecimos a pasos agigantados. Arrancamos siendo solo tres personas -nosotras y una más que se desempeñaba en el taller-, y hoy somos tres en taller, una en redes y atención al público, una en transporte y además tenemos varios colaboradores externos que nos ayudan con los envíos, insumos, desarrollos de diseño y de marca, ilustradores, gráficas, packings, etc.”, explica Corina.
El relanzamiento generó tal repercusión que María y Corina recuperaron la inversión inicial en menos de un año y pese a la pandemia. Para lograrlo superaron más de un desafío: el desarrollo y producción de Fanga, la maternidad durante el aislamiento social (cada una tiene 3 hijos pequeños), las reuniones virtuales para poder seguir adelante, el crecimiento del equipo y sistematización de procesos, stock, envíos y ventas, son algunos de los ejemplos que mencionan. “Los obstáculos fueron muchos pero al mismo tiempo motivantes. Crecimos muchísimo como amigas y socias y encontramos un lugar de trabajo, diversión y amistad”, subraya María.
A ello, Corina agrega: “En plena crisis por la pandemia, Fanga fue un lugar donde poder hablar de otros temas y hacer lo que nos gusta”.
Los productos se realizan con materiales nobles y de excelente calidad con el objetivo de estimular el movimiento de los niños. A las famosas bicis de madera sin pedales para chicos, María y Corina sumaron otras opciones, siempre con la idea de acompañar el crecimiento de una familia y los productos pasen de un hermano, a un primo, a un amigo, acumulando aventuras de generación en generación.
La nueva propuesta es el carro de arrastre. Las emprendedoras utilizan materiales sustentables, fomentan la industria y el diseño local y les gusta transmitir su filosofía en cada detalle de lo que hacen. “Proponemos el movimiento y la creatividad como herramientas fundamentales para desarrollarse porque creemos que la mejor forma de aprender es andando”, destacan las amigas, socias y emprendedoras.
Todo sobre las bicis:
¿De qué material son?
Todas están realizadas en multilaminado madera guatambú o araucaria, laqueada.
¿Las estampadas son pintadas?
No, las estampadas son impresiones en vinilo adherido a la bici.
¿Desde qué edad se pueden usar? Se recomiendan desde los 18meses/2, hasta los 5 años (siempre dependiendo de la particularidad de cada niño). La clave es el desarrollo del equilibrio que van ganando, sumando confianza a medida que avanzan por sus propios medios.
¿Se regula el asiento?
El diseño tiene alturas regulables en el asiento, para acompañar el crecimiento. La medida más baja del asiento es de 32 cm y en su posición más alta llega hasta los 45 cm. Además, el marco de la bicicleta es reversible; permitiendo que la bicicleta crezca junto con los niños, acompañando su crecimiento hasta los 5 años.
¿Cómo se limpian?
Se pueden limpiar con un paño húmedo y utilizando cera para madera. Se recomienda el guardado en el interior, en un ambiente seco; siempre al resguardo de la humedad y el rocío.
at Redacción Mía
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