Nutritivos:
La química del beso, beneficios cuerpo-mente
Es una de las hortalizas con más agua, casi un 95%. Apenas aporta proteínas ni grasas, y su porcentaje de hidratos de carbono es también bajo. Pero se destaca en potasio (255 mg/100 g), en vitamina C (27 mg) y en folatos (27 mcg). La vitamina C es antioxidante, por lo que previene numerosas dolencias, e interviene en la formación de glóbulos rojos y del colágeno que precisan huesos y tejidos.
Multiminerales:
Contiene potasio, necesario para la regeneración y transmisión del impulso nervioso y la actividad muscular, también algo de calcio, fósforo, hierro, magnesio y azufre, que le otorga su característico sabor picante.
Curativos:
Es un auténtico tesoro para la salud por sus propiedades depurativas, digestivas, antibióticas y anticancerígenas. Está especialmente indicado si se padecen enfermedades hepatobiliares, hipertensión, infecciones recidivantes, alergias, anemia, artritis, hipertiroidismo o procesos degenerativos (cáncer, esclerosis múltiple…), pero también es efectivo ante las digestiones pesadas y el estreñimiento, para facilitar el sueño o mejorar la piel.
Para las defensas:
El rábano pertenece a la familia de las brasicáceas (o crucíferas, como las coles o berros), por lo que comparte con estos alimentos su acción antimicrobiana, antioxidante, expectorante, depurativa, inmunoestimulante y anticancerígena.
Antirretención:
Al ser rico en agua es un buen diurético que propicia la micción y con ello la eliminación de líquidos retenidos en el cuerpo. Favorece, además, la depuración de la sangre y la limpieza de las mucosas gástrica, urinaria e intestinal. Es un alimento muy recomendable en caso de hipertiroidismo; en cambio, si se sufre hipotiroidismo hay que controlar su consumo.
En la cocina:
El uso más común de los rábanos es en ensalada, más aun cuando están tiernos, pero también pueden cocinarse. Su sabor es vivaz, picante, más o menos suave según la variedad y el momento de la cosecha. Al pelarlos, tomarlos frías de la heladera o someterlos a cocción se suavizan. Los rábanos de primavera y los de verano son ideales para consumir con piel. Los más grandes, de otoño, no suelen consumirse crudos y es mejor pelarlos.
at Redacción Mía
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