Ciertos comportamientos fuera de los habituales pueden dejarnos claro que estamos ante un posible embarazo de nuestra mascota. Al igual que los humanos, una perra que esté embarazada cambiará su personalidad mucho antes de que se noten mudanzas en su físico. Por ejemplo, es posible que ean alguna modificación en su hábito alimenticio. Observen la cantidad de comida que consume. Al principio, puede comer menos y tomar más agua. Hacia el final del embarazo, tendrá más apetito y comerá más de lo normal.
Tos de las perreras, el mal de las guarderías
También es común encontrarla desganada, con más necesidad de horas de sueño, con otra actitud en su día a día o incluso puede que esté más agresiva con otros perros.
Muchas perritas se muestran más dependientes y con mayor necesidad de afecto. Requieren más cariños y mimos. Tengan en cuenta que estos síntomas pueden no siempre cumplirse, ya que los cambios dependerán mucho del carácter del animal.
Armá tu urban jungle
El aumento de peso es una de las primeras características que podemos percibir. También crecerá el tamaño de las mamas y sobre todo el de las aureolas. Éstas pueden estar más rosadas y segregar líquido. Al tocar el abdomen de la perrita, es probable que ella esté más reacia al contacto físico, sobre todo en esa zona. Hará pis con mayor frecuencia, debido a que la vejiga tiene menos espacio.
¡A pintar la pileta!
Recuerden cuándo fue la última vez que la perra estuvo en celo y si existe la posibilidad de que haya sido preñada durante ese tiempo. Los embarazos caninos duran dos meses, en general de 60 a 64 días. Si la perra se ha apareado dentro de los últimos dos meses, podría estar esperando cachorritos. Una vez que crean que la respuesta al embarazo es positiva, les recomendamos que la lleven lo antes posible al veterinario, para que éste le realice un chequeo y planifique el parto.
Agapanto: La flor del amor
Un control profesional ayudará a que todo se desarrolle en las mejores condiciones.
Comentarios