"Lo tengo todo y no me falta nada pero yo me siento vacía por dentro”. Seguramente este pensamiento nos ha rondado alguna vez por la cabeza y el corazón. Tal vez, luego de alcanzar una meta muy deseada, terminar la carrera, encontrar el amor, tener un hijo, un trabajo soñado... sin embargo, cuando llega ese momento, en lugar de la mayor felicidad aparece una extraña sensación, una mezcla de angustia, dolor e insatisfacción. Este sentimiento tiene un nombre: vacío emocional.
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“En un mundo de tantos estímulos y tantas ofertas, terminamos muchas veces desbordados por la ansiedad y el miedo, disociándonos de nuestros deseos y de nuestra proyección genuina, convirtiéndonos, sin darnos cuenta, en la sombra de nuestra propia vida. Esto es el 'vacío emocional', es decir, cuando dejamos de reconocernos. Con un presente confuso y un futuro incierto, sentís una mezcla de emociones: tristeza, angustia, ansiedad y miedo que te hacen sentirte perdido en tu propia vida”, explica la licenciada Adriana Waisman, psicóloga especialista en conductas adictivas y trastornos de ansiedad, autora de Vacío emocional, de Editorial Vergara.
“Se puede simbolizar como un agujero negro que a veces atraviesa el estómago y otras veces el corazón o la garganta. No importa dónde lo sentís, porque esté donde esté duele física y emocionalmente, muchas veces envuelto en un laberinto de emociones inmanejables. Buscás refugio comprando o comiendo de manera compulsiva o creando vínculos dependientes. Te propongo aprender a atravesarlo viviéndolo como una 'alarma emocional', de que algo nos está sucediendo", señala la especialista en su libro.
Cómo reconocerlo:
El vacío emocional se puede expresar mediante muchos síntomas, la gran mayoría psicológicos y/o conductuales. Estos suelen ir variando dependiendo de la causa del vacío y pueden juntarse en tres grandes grupos:
• Apatía, aburrimiento, desinterés, falta de motivación, desgano, alienación.
• Tristeza, aislamiento, melancolía.
• Frustración, ansiedad, hastío, fatiga.
Cuáles son sus causas:
Pueden ser de naturaleza muy distinta ya que su etiología, al igual su definición, es amplia. “Las causas se pueden dividir en dos: objetivas, cuando se producen a partir de una pérdida concreta (como una separación, la muerte de un ser querido o cambios relacionados con crisis vitales) o subjetivas, en las que prevalece la sensación de angustia sin causa aparente: 'No entiendo qué me pasa. Tengo todo lo que quiero, pero esta sensación de vacío/soledad no me la puedo sacar de encima'”, afirma Waisman.
La psicóloga invita a aceptar este sentimiento y evitar taparlo compulsivamente con actividades, creando vínculos dependientes o comprando objetos y en cambio vivirlo como una alarma para evitar que derive en un trastorno de ansiedad o un síndrome depresivo, entre otras posibles patologías.
Cómo gestionar el vacío:
• Enfrentarse a los miedos: no sumergirse en el bucle de estar angustiada por no hacer nada ni hacer nada por estar angustiada. Una vez que se los enfrenta y empieza a vivir, los miedos pierden su razón de ser.
• Repensar lo aprendido: “Quizás creciste pensando que el modelo de cómo se debía ser para sentirse querida o aceptada estaba ahí 'afuera' y que solo bastaba con copiarlo; que ahí estaba el secreto de la 'seguridad', como sinónimo de 'felicidad'. Pero la realidad es que no todo lo que te dicen los demás es 'la realidad'; 'la verdad', en todo caso, es la suya. Tendrás que construir la tuya, conectada a tu criterio, a tu deseo, tratando de ser tu mejor versión, que no es lo mismo que ser mejor que el otro. ¿Cuáles creencias de las aprendidas te replantearías para rearmar otras que sean funcionales a tu vida actual?”, pregunta Waisman.
• Revisar los pensamientos: “Es importante identificar los pensamientos negativos y poder aprender algunos tips para no crearlos permanentemente", afirma la psicóloga y da estos ejemplos: No sacar conclusiones precipitadas, hasta no tener más datos que permitan confirmarla. No maximizar lo negativo. Exagerar una situación negativa nos hace vivirla como una tragedia, causando desbordes emocionales.
No pensar en forma dicotómica. Por ejemplo “Todo salió perfecto” o “Soy un desastre”. O pensarnos como responsables de situaciones negativas, despertando emociones de ansiedad, ira y/o culpa.
• El poder de la automotivación: pensar esa extraña e incómoda sensación que despierta el vacío emocional desde otra perspectiva. Como una “alarma”; que permita preguntarnos si lo que hacemos nos lleva a nuestras metas. Revisar los objetivos que perseguimos en la vida replanteándonos si tienen que ver con nosotros, nuestros deseos o con cubrir la expectativa de los otros. Abriendo el camino de la automotivación, se abre el camino del proceso de cambio.
"El vacío se va a ir cerrando con nuevas preguntas. Debemos aprender a despegarnos del sentimiento de culpa, a personalizar nuestra vida dándole la forma que queremos. Creer que el otro va a terminar con esta sensación la potencia. Llenarlo depende de nosotros. En animarnos a conectar con nuestro deseo, revisar creencias aprendidas para crear otras. En todo proceso de cambio se movilizan emociones, sentimientos, pensamientos; los cuales pueden aumentar la sensación de incertidumbre y/o ansiedad; miedo".
Frente a este tsunami de emociones podemos elegir: refugiarnos en lo conocido, en la zona de confort, alias 'la repetición' de situaciones que nos llevan al mismo dolor de siempre. O elegir tomarlo como una oportunidad de crecimiento", finaliza la especialista.
En conclusión, existen muchas herramientas para reconectar con nuestros propios deseos y empezar a construir la propia vida, para el propio bienestar y plenitud. No perdamos más tiempo.
El ruido mental de las preocupaciones:
La psicóloga Adriana Waisman propone en su libro este ejercicio para evitar que produzca angustia y ansiedad e impacte en la sensación de vacío emocional
• Escribí y enumerá todas las cosas que te preocupan.
• Dibujá dos círculos, uno dentro del otro. Dentro del círculo de influencia colocá las preocupaciones que creés que podés controlar, y afuera escribí aquellas en las que no tenés margen de acción (círculo de preocupación).
• Este gráfico nos conecta con la energía diaria que ponemos en las cosas sobre las que no tenemos control perdiendo la oportunidad de dedicarnos a aquellas sobre las que sí tenemos influencia. Al tomar conciencia de esto, podés focalizar en el círculo de preocupación y despertar más emociones negativas o enfocarte en el círculo de influencia, incrementando la creatividad, la autoestima y el bienestar.
Para reencontrarse:
Vivimos en un tiempo donde parece ser que lo único estable son los cambios permanentes. La incertidumbre, la confusión entre lo público y privado, la exigencia, el deseo y el culto a la aceleración, nos hacen sentir que "debemos" aprender, lograr nuestras metas y "disfrutarlas" en el menor tiempo posible. Bajo el lema "no hay tiempo que perder", nos conectamos a todas las redes virtuales posibles, mientras trabajamos, estudiamos o "disfrutamos" de nuestro tiempo libre con la promesa de evitar la exclusión, el abandono y la soledad.
En un mundo de tantos estímulos y tantas ofertas, terminamos muchas veces desbordados por emociones negativas, disociadas de nuestros deseos. Nos sentimos ajenos en nuestra propia vida. El vacío emocional es esa rara sensación; que puede definirse como una mezcla de tristeza, ansiedad, miedo; lindando a veces con la desesperación. Este libro propone herramientas para atravesarlo y alcanzar el bienestar.
Fuentes:
@penguinlibrosar
@licadrianawaisman
at Silvia Pardo
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