No importa si es pequeño o adolescente, siempre es posible enseñarles a tomar decisiones para mejorar sus hábitos alimentarios. Y no todo pasa por la elección de o que comen, sino que el ambiente en el que lo hacen y la relación que se establece a nivel familiar con los alimentos también son factores fundamentales.
Vainilla, la superespecia
Por alimentos saludables entendemos aquella que es:
Completa (incluye todos los grupos de alimentos:
Membrillo: Una fruta digestiva
Variada (con diferentes alimentos de cada grupo, al menos 20 distintos por semana),
Apio, el regulador de la dieta
Balanceada (un poco de todo, en la proporción recomendada)
Compartirla (en familia, con amigos);
Adecuada (a la edad, las actividades y las preferencias de los chicos):
Placentera (que incluya lo que les gusta en la “porción justa”);
Sostenible (que sea posible adoptarla como modo de vida).
Los padres podemos ayudarlos preparándoles un buen desayuno, que incluya lácteos, cereales o pan y frutas. Si no lo consumen en casa, pueden hacerlo camino al cole, con una botellita de yogur bebible con cereales y frutas, así que nunca dejen de incluirlas en todas la comidas. Y que consuman al menos 3 lácteos por día (yogur, leche, postres lácteos, queso blanco, etc.)
En una de las comidas principales pueden ofrecerles pastas y cereales o tartas más verduras y, en la potra, carnes magras o pescados más vegetales y legumbres. Una buena idea es tener a manos frutas y verduras listas para comer; dejárselas ba la vista y presentárselas de forma apetitosa.
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