Es muy importante que te desmaquilles y limpies el rostro cada día para dejar respirar a los poros y evitar que se formen los puntos negros. (Shutterstock)

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Tratamientos: Adiós a los puntos negros

Aparecen en el rostro y se desparraman más rápido que un rumor. Afean la piel y la tentación de quitarlos con las propias manos acecha. Todo lo que tenés que saber sobre los malditos puntitos que afean la piel: por qué se producen y cómo tratarlos.

Por Silvia Pardo

Los odiamos, y mucho. Ellos son los puntos negros en el rostro. Aparecen en la nariz, mentón y son una marca oscura que afea la piel. Además, son tentadores... ¿quién no se empecinó en desalojarlos? El resultado, ya lo sabemos: piel lastimada y una marca mucho más grande y desagradable que la original.

Aclaremos algo primero. Una espinilla es un poro que está obstruido con un mix de células muertas, grasa y propionibacterium acnes, una bacteria que se alimenta de los ácidos grasos del sebo. La espinilla es un comedón que está cerrado; el punto negro, en cambio, es un comedón abierto cuya suciedad (queratina), en contacto con el aire, se oxida y se vuelve negra.

Por qué se producen:

El punto negro es la parte visible de un exceso de sebo producido por las glándulas sebáceas. El sebo es una sustancia grasa destinada especialmente a lubricar la piel e impedir que las bacterias penetren dentro de la epidermis.

Cuando las glándulas sebáceas tienden a producir sebo en exceso causan la aparición del pequeño comedón. Al contacto con el aire, como dijimos, se oxida y se vuelve negro, lo que da lugar a la primera manifestación del acné, los puntos negros.

Según la piel: La regla es exfoliar una vez a la semana si tu piel es sensible, dos si es mixta y hasta tres si es grasa.

Estos aparecen sobre las partes del cuerpo que están provistas de glándulas sebáceas, en particular sobre el rostro, más concretamente sobre la famosa zona T: la frente, la nariz y el mentón. Los puntos negros también pueden localizarse sobre el pecho, los hombros y la espalda, más a menudo entre los hombres.

Por razones hormonales, los adolescentes suelen ser los más afectados por estas imperfecciones, pero también aparecen en adultos.

Cómo eliminarlos:

Para evitar la aparición de puntos negros se aconseja acompañar las limpiezas cotidianas con productos exfoliantes, de 1 a 2 veces por semana. Estos desincrustan los poros en profundidad, disolviendo el exceso de sebo y dejando la piel sana y suave. Una loción también puede completar esta limpieza con el fin de cerrar los poros, para una piel aún más limpia.

Medidas preventivas:

Los puntos negros son terreno propicio para el desarrollo del acné, por lo tanto, es mejor preocuparse por ellos desde su aparición. Estas son las tres reglas de oro para prevenirlos:

Realizar una limpieza facial con productos adecuados: para limpiar la piel por las mañanas, utilizar un gel limpiador al agua, y si la piel es sensible, optar por un limpiador más suave, como una crema limpiadora, con el fin de protegerla. Antes de ir a dormir, desmaquillarse con productos específicas según el tipo de piel.

Hidratación: es esencial, tanto para pieles secas como grasas, porque contribuye a su equilibrio y buena salud. Pero no todas las cremas son adecuadas. Lo mejor es consultar con el dermatólogo/a. Para eliminar puntos negros, el exceso de sebo y el brillo, se puede aplicar a diario un cuidado 2 en 1 que sea a la vez hidratante, no comedogénico y purificante, formulado con activos específicos.

Desincrustar y liberar la piel de las impurezas: dependiendo de la sensibilidad de la piel, aplicar un exfoliante suave, que no sea agresivo con la piel. Los especialistas recomiendan hacer una exfoliación una vez por semana en los casos de piel normal, dos, si es mixta y hasta tres si es grasa. La acumulación de sebo y de células muertas que obstruyen los poros se encuentra en el origen de los puntos negros y otras imperfecciones. Es necesario, por tanto, desincrustar la piel con regularidad... pero suavemente con la ayuda de productos exfoliantes y nutritivos adecuados. Estos están formulados para purificar la epidermis, eliminar las impurezas, refinar la capa córnea y para ayudar a una piel más limpia.

Tratamientos de gabinete:

La Dra. Johanna Furlan, cirujana estética MN 122.975, recomienda dos tipos de tratamientos:

Plasma rico en plaquetas: es una de las terapias de elección para el tratamiento de heridas y cicatrices. "Los factores de crecimiento y los nutrientes que forman el plasma rico en plaquetas generan un estímulo en las células de nuestra piel aumentando la producción y los depósitos de colágeno que es lo que sufre un mayor daño en las cicatrices, por tanto, ayuda a la regeneración de la piel lesionada que se autorepara. Al promover la creación de nuevos vasos y capilares sanguíneos esto ayuda también a mejorar la textura de la piel" afirma la especialista.

Alta frecuencia: es esencial en limpieza de cutis y otros tratamientos antiacné, ya que baja la inflamación y las rojeces, al mismo tiempo que tiene una acción bactericida. "Luego de la extracción de espinillas y puntos negros, la alta frecuencia tiene la propiedad de cerrar los poros que se han abierto con el vapor para trabajar profundamente", concluye Furlan.

La importancia de la exfoliación:

Exfoliar la piel es una técnica sencilla que se remonta al antiguo Egipto. Desde entonces, sigue siendo la clave del éxito para una piel fresca y saludable. Al eliminar las células muertas de la piel, emerge una nueva capa radiante. La epidermis, o la capa superficial de la piel, está compuesta por cinco subcapas. En la capa más profunda nacen nuevas células de piel. Cuando maduran, estas células van ascendiendo hacia la capa superior. Luego tienden a caerse de manera natural, para permitir que surja nueva piel, más tersa y con una pigmentación homogénea.

Una piel sana expulsa la increíble cantidad de 30.000 a 40.000 células muertas por minuto. Pero, lo cierto es que este proceso tiende a enlentecerse por una serie de factores como la exposición al sol, las fluctuaciones hormonales y el envejecimiento. Al retrasarse este proceso, las células muertas comienzan a acumularse en la piel, haciendo que se vea áspera y sin brillo.

Dos tipos de exfoliantes:

Estos productos pueden dividirse en dos grupos: físicos y químicos.

Exfoliantes físicos: eliminan manualmente la piel muerta de la piel, al aplicar componentes abrasivos sobre la superficie como el azúcar, si fuera uno casero o los productos exfoliantes que contienen sustancias con ese efecto. El masaje mejora la microcirculación y el drenaje linfático, de modo que el resultado es un cutis resplandeciente.

Exfoliantes químicos: actúan rompiendo el “pegamento” intercelular que mantiene a las células muertas de la piel juntas. Al disolver estos enlaces, las céluLas muertas se desprenden, permitiendo que la nueva piel llegue a la superficie.

Los exfoliantes químicos pueden ser particularmente suaves: están compuestos por bajas proporciones de ácidos y enzimas naturales, derivados de alimentos. Por ejemplo, algunos contienen alfa hidroxiácidos, como el ácido láctico, ácido glicólico (caña de azúcar) y ácido tartárico (uvas). Los exfoliantes químicos no requieren frotar al aplicarlos, penetran en las capas más profundas de la piel y potencian la renovación celular, lo cual es beneficioso para todas las pieles.

En conclusión, realizar tus cuidados cotidianos de la piel con productos adecuados, a la vez hidratantes y purificantes, una exfoliación adecuada, más una nutrición diaria y extra (medianet máscaras) te permitirá eliminar puntos negros y lograr una piel más limpia y saludable.

Exfoliación sin excesos:

Para evitar afectar la barrera natural de la piel. 

Es importante tener en cuenta que exfoliar la piel en exceso puede perjudicar la barrera natural de la piel, causar irritación, inflamación y daños. También puede hacer que la piel se vuelva más vulnerable al sol y a la pérdida de humedad.

Entonces, hay que comenzar a hacerse exfoliaciones de a poco a poco, practicarlas suavemente, observar cómo reacciona la piel y actuar en función de ello. Finalmente, recordar que una piel nueva y exfoliada es más frágil, de modo que necesita una adecuada protección solar (si es posible, de 50) e hidratación abundante.

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