Eliminá la piel muerta de los talones, que hace que el pie se sienta rugoso y áspero, preparando una mezcla de media taza de azúcar con un cuarto de taza de jugo de limón. Revolvé bien y humedecé con ella los pies. Masajeá con movimientos circulares y lavá con agua. Repetí todos los días hasta que la piel se renueve y quede suave.
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Disolvé un sobrecito de tintura para telas en agua caliente y aplicá sobre el piso a la mesada con movimientos suaves. Dejá secar y volvé a hacer el mismo trabajo con 2 sobrecitos más.
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