Una alimentación biológicamente apropiada se opone a la alimentación industrial, y fomenta que se le dé al animal carne cruda y huesos con mucha carne, tratando de reconstruir con la mayor precisión posible la forma de comer que el gato lleva en su naturaleza.
Tos de las perreras, el mal de las guarderías
Al ser domesticados, los gatos sufrieron un cambio radical. El gato salvaje tiene una dieta rica en proteínas a través de las carnes magras. Al comer sus presas, ingiere vitaminas A, B (B2, B6, B9 y B12) y minerales (hierro), así como calcio y fósforo a través de los huesos que mastican y tragan. Tanto en la naturaleza del gato salvaje como en la del doméstico, está el comer pequeñas cantidades de vegetales, como hierbas u hojas. En primer lugar porque acelera el tránsito, una ventaja para un animal carnívoro; y en segundo lugar, porque las fibras permiten el paso de los pelos en el tracto digestivo, que se acumulan cuando los gatos se lamen.
Compuesta de un 26% de carne de pollo, maíz entero, trigo entero, gluten de maíz, subproductos animales, 4% de arroz, grasa animal, harina de soja, huevo en polvo, harina de malta, el resto de la comida procesada son componentes aditivos: vitaminas y oligoelementos.
Armá tu urban jungle
Los subproductos animales son restos de carne de animales no consumidos por las personas. Al ser muy tóxicos (bacterias), se los cocina a temperaturas muy altas para matar los agentes nocivos. Así se logra un producto sin bacterias, pero bajo en proteínas y alto en contaminación química. Esta comida resulta muy pobre en proteínas animales, básicas en la alimentación del gato. Por eso, se le agrega proteínas vegetales: gluten de maíz y harina de soja. Pero el gato no se ha adaptado a comerlas porque no es vegetariano. Además, un 70 a 80% de esta comida está compuesta por cereales: maíz, trigo, arroz. ¿La consecuencia?, una gran cantidad de glúcidos, nocivos para los felinos. Es como si nosotros comiéramos comida rápida todos los días, todo el año. Nuestro páncreas comenzaría a funcionar mal, tendríamos hambre todo el tiempo (la mayoría de los gatos domésticos son bulímicos), aumentaríamos de peso, los niveles de azúcar nos convertiría en diabéticos y nuestros riñones se verían afectados (esto explica el 90% de los problemas renales en los gatos domésticos). Por si fuera poco, este azúcar en sangre aceleraría el crecimiento de tumores cancerosos.
¡A pintar la pileta!
El consumo de cereales y, en particular el gluten, se asocia con diversas enfermedades en los seres humanos y es aún peor en los gatos, que son carnívoros puros. El gluten debilita los intestinos de los animales y aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes, infecciones, etc.
Agapanto: La flor del amor
“Nutrición Cruda y Fisiológicamente Apropiada”, es el nombre de la dieta natural para felinos que viene imponiéndose en el mundo.
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