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SALUD | 12-06-2013 21:39

Domingos depresivos

Mientras estamos activas, corriendo de acá para allá, trabajando, atendiendo a los chicos o las cosas de la casa, no se hace evidente. El caos tapa la angustia. El estrés nos mantiene alertas y conectadas con el afuera en desmedro del adentro que, cuando se detiene la vorágine de la semana, aparece como un monstruo indomable: la angustia de los fines de semana.

El fin de semana es un momento muchas veces esperado porque queremos descansar y disfrutar; pero, en ocasiones, cuando estamos transitándolo, irrumpe la angustia. También puede aparecer frente a un día vacío, libre, sorprendernos en un momento inesperado cuando estamos tranquilos, siempre dando lugar a un secreto malestar en el que aparece el ahogo, la opresión en el pecho o la sensación de peligro inminente como signos que paralizan e impiden hacer. La angustia es un sentimiento de displacer y clara señal de que algo no funciona. Cuando aparece, nos sentimos mal, molestos y deseamos que esta situación termine rápidamente.

Ya Victor Frankl, creador de la Logoterapia, había definido esta angustia como “neurosis del domingo”. A la angustia que aparece los fines de semana y más habitualmente el domingo por la tardecita, la llamaba “vacío existencial”. Son sentimientos de ansiedad, inquietud, aburrimiento, soledad, abatimiento. Esto se debe a que las personas, durante la semana, se encuentran en actividad, teniendo de esta manera poco tiempo para pensar.

Los fines de semana es un tiempo creado para descansar, el sábado generalmente hay pocas actividades y el domingo menos aún, lo que lleva inevitablemente a pensar en uno mismo apareciendo temas pendientes que tapamos con la actividad.

Depresión de temporada

Este especial estado de ánimo también suele estallar y profundizarse en otoño e invierno, cuando hace frío y los días son más cortos, provocando que no se tengan ganas de salir a la calle e invitando a la melancolía. Son varias las razones por las que se producen estas sensaciones, entre los principales motivos podemos destacar los siguientes:

- Durante los días laborales estamos condicionados por nuestro trabajo y deseamos que venga el fin de semana para poder disfrutar de nuestra propia vida. A menudo, las expectativas que tenemos para ese fin de semana no se cumplen y cuando llega la tarde del domingo tenemos una sensación de vacío, de no haber aprovechado nuestro tiempo libre.

- Durante la semana los factores externos, como las obligaciones laborales, son los que rigen la agenda, incluso los sábados solemos tener actividades más o menos programadas, aprovechamos para ir a comprar y nos vemos con los amigos. El domingo es el día que más libertad tenemos para nosotros mismos, podemos organizar nuestro tiempo como deseemos, pero esa misma libertad sin tener una ocupación definida hace que muchas veces no sepamos en qué ocupar los momentos libres y caigamos en ocasiones en un sentimiento de tedio y apatía.

- El trabajo es uno de los factores más importantes en los problemas emocionales de las personas, por eso, las preocupaciones y el estrés por el comienzo de una nueva semana laboral es otro de los desencadenantes de este síndrome. Se produce un efecto de anticipación, pensamos en mañana en vez de aprovechar y disfrutar del presente.

- La actividad frenética de la semana evita que tengamos tiempo para meditar sobre nosotros mismos y sobre nuestras vidas, el domingo permite que las personas se enfrenten a sí mismas. Todos nuestros temores y cuestionamientos, que han estado solapados durante la semana por otras cuestiones, reaparecen en este momento. Esto ocurre muy especialmente con las personas que están solas, a las cuales se les acrecienta en este día el sentimiento de soledad.

La llegada del domingo significa tener tiempo libre, estar en contacto con nosotros mismos, hacer actividades placenteras y muchas veces, es un momento de evaluación de nuestra propia vida. Si este balance es negativo, en donde aparecen aquellos pensamientos perturbadores (“no tengo nada que hacer”, “no tengo amigos para salir”, “estoy solo/a”, “los chicos no vinieron este fin de semana”, “él solo mira la tele y no quiere ni conversar”) puede provocar emociones negativas con las que nos sentimos deprimidos, angustiados, lloramos sin motivo alguno o estamos malhumorados.

“Es importante, en esos momentos, valorizar nuestros aspectos positivos, apoyarnos en nuestros afectos, planificar actividades que nos gratifiquen, disfrutar de nuestro tiempo libre y cortar con nuestros diálogos internos. Podríamos confiar en un amigo y expresarle nuestros sentimientos de tristeza como una forma de sacar nuestras emociones,  ya que si lo exteriorizamos, podemos luchar contra ella. Debemos evitar adelantarnos mentalmente al mañana, puesto que de ese modo perdemos la posibilidad de disfrutar el hoy”, sugiere la Lic. Cecilia Lotero, integrante del equipo profesional del Instituto de Psicología Argentino.

Qué hacer

Frente a situaciones en las que se comienza a sentir angustia, se hace necesaria la ayuda de un  profesional para poder descubrir juntos qué es lo que está ocurriendo y a qué se debe esa angustia. Muchas veces nos resulta difícil diferenciar emociones, por ejemplo, mostramos rabia y en realidad estamos tristes o tenemos mucha angustia por alguna situación. O sea, el primer paso está en identificar qué es lo que nos sucede en verdad, qué nos está angustiando. A partir de ahí se podrán tomar decisiones asertivas y llegar a soluciones.

El marco teórico- técnico para la resolución de esta problemática es el enfoque ecléctico, que sería saber elegir y utilizar la mejor técnica para la aplicación de algún conflicto o dificultad. Estas son las llamadas Nuevas Ciencias de la Conducta Transpersonales (Análisis Transaccional, Gestalt, Cognitiva, Sistémica, Programación Neurolingüísticas, Terapia ericksoniana, entre otras).

Para comenzar, hay que identificar cuáles son los diálogos internos y no buscar abrumarse con actividades para olvidar o tratar de no pensar en el tema, sino todo lo contrario, permanecer en él, bucear en nosotros mismos para descubrir qué nos molesta y aceptar aquellas cosas que no podemos modificar y modificar aquello que está a nuestro alcance.

También es importante saber que estas angustias no tienen ninguna relación con aspectos hormonales. Las angustias de los fines de semana siempre están relacionadas con temas emocionales y no tienen nada que ver con el género: lo sufren tanto hombres como mujeres. En niños no es lo más habitual que aparezca, en cambio, sí en adolescentes.

En general, cuando existen situaciones emocionales sin resolver suelen aparecer una y otra vez estas angustias hasta que el tema de fondo se haya elaborado. A veces, por determinadas situaciones, puede llegar a diluirse por un período de tiempo, pero si no se resuelve tiende aparecer mas adelante. Por eso, es importante, en caso de que sea necesario, acudir a la ayuda de un profesional. Muchas veces las personas esperan a que la angustia sea muy elevada para tomar conciencia de que, a lo mejor, con menos esfuerzo y con la guía de un psicólogo pueden comenzar a disfrutar de un espacio tan importante como los fines de semana logrando su objetivo de distensión, encontrarse con los afectos o realizar actividades que nos dan placer.

“Cuando el síntoma no se escucha, grita más fuerte”, dice Rudiger Dhalke, autor de La enfermedad como camino.  Este tipo de angustia tiene que ver con temas más profundos que dependen y varían en cada persona y si no se solucionan se siguen manteniendo en el tiempo o también pueden agravarse. Es importante aprender a estar y convivir con uno mismo para así poder disfrutar de la vida plenamente también con los otros.

Escolares

En el caso de los escolares, el llamado Síndrome del Domingo puede tener connotaciones especiales. Algunos niños desarrollan un sentimiento de ansiedad durante el domingo que va in crescendo conforme avanza el día, debido al panorama de enfrentarse al comienzo de una nueva semana de colegio. Esa ansiedad va acompañada frecuentemente de otros síntomas como dolor de estómago o excesiva irritabilidad. Estos sentimientos en los niños están muy relacionados con la llamada fobia escolar que padecen muy especialmente aquellos niños que sufren acoso escolar por lo que estos síntomas que se producen durante el domingo pueden ser un aviso para destapar casos de bullying.

Pero esta fobia escolar también la padecen otros niños que no tienen ninguna razón aparente para desarrollarla y está más relacionada con el rechazo a la idea de dejar el hogar y separarse de la familia que con problemas específicos en el colegio. No obstante, aunque no con esa intensidad, la mayoría de los escolares experimentan en cierto modo ese síndrome del domingo, una especie de síndrome post-vacacional pero en pequeña escala.

Fuente: PulevaSalud.com.

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