Friday 19 de April de 2024
SALUD | 14-05-2013 18:05

Rosácea: me pongo colorada

Los grados de la rosácea se pueden clasificar en cuatro según el tipo de complicación, como son el acné vulgaris, eritematosa, pustulosa hasta los casos en donde la nariz adquiere una forma característica que denominamos rinofima, el grado máximo de la enfermedad. Caracterizada por un aumento de los capilares sanguíneos a nivel facial, que usualmente se da en forma de alas de mariposa, también es común verla en cuello y escote.

Si bien es más común entre las mujeres, hoy por hoy, esta enfermedad no distingue sexo, aparece entre los 20 y los 65 años y, en general, tiene una causa genética.

Dado que se trata de una enfermedad crónica, los tratamientos dermatológicos apuntan a mantenerla controlada, pero no tiene cura definitiva. Los cambios de temperatura propios de la época (calefacción y frío), como también los baños muy calientes, causan la vasodilatación de esos capilares que ya de por sí están dilatados. Todos esos cambios bruscos provocan un aumento del enrojecimiento, picazón, ardor y calor local.

Si bien la rosácea es superficial, su causa es bastante más profunda y está muy relacionada con el estrés y la ansiedad. Muchas hormonas que son liberadas en situaciones de tensión no son para nada beneficiosas en esta patología ya que producen mayor vasodilatación, retención de líquidos, inmunosupresión favoreciendo la aparición de la rosácea complicada con acné. De ahí que quienes más la padezcan sean personas con personalidades de tipo ansiosas y nerviosas que, además, en su adolescencia contaban con cutis grasos.

Lo conveniente en este tipo de casos es utilizar cremas suaves, en lo posible cremas geles o geles ricos en sustancias descongestivas, como la manzanilla, el tilo o la passiflora. Para los casos más comprometidos se deben usar cremas médicas y en muchos casos con antibióticos, pero siempre con el control médico adecuado.

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