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FAMILIA | 12-04-2013 23:56

Aprender a estudiar

Una de las preocupaciones más importantes que tienen los padres es que sus hijos estén bien preparados para poder defenderse en el futuro. Por eso la decisión del colegio  donde va concurrir, no es para nada menor, si tenemos en cuenta que los chicos pasan más de diez años de su vida transitando esta etapa de aprendizaje.

Se busca que esté estimulado, que aprenda uno o más idiomas, que sepa tocar un instrumento, que domine la computación, entre otras cuestiones. El problema es cuando se da por sentado que para lograr estos objetivos sólo deben dedicarle el tiempo que haga falta. Así el niño irá cargando, año a año, una mochila cada vez más pesada, tratando de subir una pendiente cada vez más empinada.

A diferencia de lo que muchos creen, a estudiar también se aprende, lo cual tendría que enseñarse a través de una materia específica en todos los colegios. “Para que un alumno aprenda a estudiar en forma eficaz, es necesario enseñarle técnicas de estudio, pero también desarrollar una serie de habilidades que le permitan arribar a un buen desempeño académico”, sostiene la psicopedagoga María Tresca, autora del libro “Enseñar a estudiar a niños y adolescentes”.

Entre estas técnicas no pueden faltar los resúmenes, los esquemas, los cuadros comparativos y sinópticos, que favorecen el aprendizaje cuando se debe recordar información específica para un examen.

Más allá de la mala nota

Si bien las causas por las que un chico reprueba un examen son múltiples, hay factores que pueden explicar el problema e incluso anticiparlo. Cuando está en los primeros grados de la primaria, la mayor parte de su educación escolar es responsabilidad de su maestra, que se refuerza con tareas en la casa. Cuando el niño (de 6 a 8 años) no logra aprender aquello que se le enseña en la escuela, es muy probable que presente alguna dificultad específica de aprendizaje. Pero a partir de los nueve, ya puede trabajar en forma autónoma en su casa (trabajos prácticos, estudiar para exámenes), por lo que dependerán de cuán constante y eficaz sea este trabajo los resultados de su desempeño académico.

En líneas generales, se puede reprobar una materia por presentar alguna dificultad específica, por no haber incorporado hábitos y técnicas de estudio eficaces o por no destinarle tiempo suficiente al estudio. “Las situaciones emociones o de estrés también pueden impactar en su desempeño, por lo tanto deberíamos notar gran diferencia entre su desenvolvimiento anterior al problema y el posterior, mejorando con el paso del tiempo”, afirma la Lic. Tresca.

No hay ninguna duda de que el reprobar exámenes o llevarse materias es una consecuencia de un proceso que se arrastra desde la primaria. Pero tampoco se les debe echar la culpa de todo a quienes van a aprender. “Sin duda, en los primeros años de estudios comienza el epicentro del conflicto educativo. Hoy no se vive una etapa fácil para la educación, con docentes que no encuentran o no saben cómo transmitir conocimientos y alumnos que no manifiestan -en general- interés por aprender. Le veo una solución en el mediano o largo plazo, con una gran y real capacitación docente. Los alumnos necesitan volver a sentir que el maestro es la persona fuerte en conocimientos”, sostiene la Lic. Silvia Fainburg, prof. de Matemáticas y directora del Instituto Taller de las Ideas.

Las más temidas

Desde siempre, Historia y Matemáticas son dos de las materias más temidas por los alumnos. Una, porque la estudian de memoria, sin detenerse en su contexto (por lo que se hace muy pesada) y la otra, porque sin prestar la debida atención a las explicaciones del docente no la entienden.

“Es necesario que sepan por qué y para qué estudian determinadas asignaturas. En el caso de Historia, que reconozcan que en la clase se encuentra la oportunidad de entender la realidad del presente, y así poder discutir y proponer los caminos para mejorarlo. Antes se buscaba que los alumnos memorizaran fechas, lugares, nombres, mientras que hoy se pide que comprendan los contenidos sociales e históricos, los razonen y los relacionen con la realidad actual”, sostiene Graciela Sapisochin,  profesora de Historia y directora del Instituto Taller de las Ideas.

Si bien existe el mito de que “para las matemáticas se nace”, en los últimos años matemáticos como Adrián Paenza nos demostraron que por medio de ejercicios, anécdotas, juegos y reflexiones se pueden ejercitar y hasta resultar divertidas. “Las matemáticas no le gustan a todos, pero todos las necesitan. No podemos sobrevivir sin ellas en nuestra vida cotidiana. Existen cuando jugamos a las cartas, a la rayuela, al fútbol o al tenis. Están siempre”, sostiene la profesora Fainburg.

Mirar para adelante

En este proceso de aprendizaje, es fundamental el rol de los padres, que deberán acompañarlos poniendo el hombro y también el oído. Es fundamental qué les hablen, los escuchen y sepan poner límites justos y necesarios. En la medida en que puedan explicitar de manera clara lo que esperan de sus hijos, van a obtener mejores respuestas de ellos.

“Aconsejo organizar una rutina diaria de estudio, de no más de 40 minutos, con un horario elegido por ellos. El cumplimiento de lo pautado les permitirá acceder a algún beneficio, del que no podrían disfrutar si no cumplen con su parte. Organizar el tiempo así, aunque no tenga exámenes o tarea, le permitirá estar más relajado y evitar estudiar arduamente durante horas cuando tenga un examen”, sostiene la Lic. Tresca que asesora a distintas escuelas en la implementación de técnicas de estudio.

“Es difícil que los alumnos sepan por donde empezar a estudiar. Por un lado, tienen muchas materias y contenidos, y por otro, están acostumbrados a encontrar respuestas digitando un botón o una tecla. Mientras escuchan música con auriculares, mandan mensajes, juegan a la play y miran televisión. ¿Cómo imaginamos entonces, que solo escuche al profesor durante 45 minutos? Creo que el cambio debe comenzar por el docente”, sostiene la Prof. Silvia Fainburg.

Cinco pasos para estudiar

1. Revisar los temas que se deben estudiar y organizar el material

2. Leer y subrayar, o destacar de alguna manera las ideas que se consideren importantes, tomando como referencia lo visto en clase o en la carpeta

3. Aplicar la técnica de estudio que se crea más adecuada

4. Memorizar

5. Autoevaluarse

Fuente: “Enseñar a estudiar a niños y adolescentes”, de María Tresca (Noveduc)

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