Thursday 28 de March de 2024
SALUD | 23-11-2012 19:14

Conocete y aprendé a decir ¡No!

PSICOLOGÍA

Conocete y aprender a decir ¡No!

Cuatro de cada cinco personas contestan que sí con demasiada frecuencia y sin medir las consecuencias. Así, perjudican su autoestima, su salud, su vida familiar e, incluso, su carrera. 10 claves para huir de la autocomplacencia y atreverse a crecer

Los siguientes son 10 puntos ayudan a conocerse para poder escapar de la trampa que plantea la autocomplacencia cada vez que se acepta hacer lo que no se desea realmente.

1) ¿Decís que sí demasiado rápido?

La mayoría de las personas conocen muy bien el miedo a decir que no pero no saben cuán grande es. Para averiguarlo, simplemente contestá Sí o No a las siguientes 12 preguntas tan espontáneamente como sea posible, sin pensarlo dos veces.

1) ¿Te sentís mal o por lo menos te resulta incómodo rechazar un pedido de un colega o compañero de trabajo?

2) ¿Tenés miedo de no recibir más el afecto o el amor de un hijo, jefe o socio al dar un No por respuesta?

3) ¿Te resulta difícil imponerte a alguien que se está colando en la caja del supermercado?

4) ¿Pensás seguido en lo que podría causar en la otra persona un No como respuesta?

5) Cuando contestás que no, ¿tenés reacciones físicas tales como sudoración, temblores, palpitaciones o te ponés nerviosa?

6) ¿Te resulta difícil pedirle a los demás algo que necesitá?

7) Te cuesta enfrentar a quien te ha dicho que no?

8) ¿Has recurrido a una mentira blanca para negarte a un pedido?

9) ¿Pedís mil disculpas antes de decir que no?

10) ¿Creés que hacés mucho más por los demás de lo que los demás hacen por vos?

11) ¿Creés que no sos capaz de cumplir con las exigencias y por eso no las aceptás?

12) ¿Temés ser juzgada como poco solidaria, quejosa o problemática si das un No, aun justificado?

Quien responda con un Sí a más de cinco de las preguntas, tiene una evidente tendencia a ir contra de su voluntad en pos de satisfacer la de los demás. Cada Sí adicional aumenta esta tendencia.

2) ¿Sabés por qué a las mujeres nos gusta tanto decir Sí?

En la comunicación, el Sí es un intenso lubricante de las relaciones porque evita los chirridos y bloqueos de transmisión en las relaciones de familia o laborales. Un Sí refuerza un ambiente positivo y, en muchos, a lo largo de los años, se convierte en un acto reflejo. De pronto, decir que no conlleva el riesgo de ser rechazado. “Quien dice Sí cuando quiere decir No tiene miedo a las consecuencias”, aclara Tanja Baum, coach personal de la consultora Agencia para la Amistad, de la ciudad de Colonia, Alemania.

3) ¿Por qué hace daño decir siempre que sí?

A corto plazo, la sensación de decir siempre que sí es buena. A largo plazo, los efectos suelen ser negativos. Quien siempre está disponible, vive bajo presión y consume sus propias reservas. La Organización Mundial de la Salud predice que el estrés será la enfermedad del siglo XXI. Como estado permanente, se convierte en uno de los mayores riesgos para la salud y es considerado como uno de los mayores factores de riesgo para el agotamiento. La aceptación permanente no nos convierte automáticamente en populares. En el ámbito laboral, “el respeto hacia un empleado se incrementa cuando este reconoce y hace valer su perfil”, dice Jutta Boenig, primera presidente de la Sociedad Alemana para la Orientación Profesional. El empleado “sí, yo puedo” es, para su jefe, un práctico personaje a quien endilgarle todas esas tareas desagradables que el resto se niega a hacer.

4) Los Sí que niegan

¿Por qué es tanto más fácil decir que Sí antes que No? Detrás de cada aceptación que no condice con nuestra real voluntad, se impone la negación de las propias necesidades. Estamos haciendo oídos sordos a lo que realmente queremos. Conviene recordar que un buen No está al servicio de un Sí más gratificante. No es un signo de debilidad llevar adelante primero los propios deseos, al contrario, esto debe quedarle claro sobre todo a las mujeres, a las que se les enseña a tener por más importantes los deseos de los demás, cosa que no sucede con los hombres.

5) La convicción es lo fundamental

El real efecto del No depende, principalmente, de la voz y la respiración, no de decirlo o no a los gritos. Las negaciones, por lo general, comienzan con la letra N: no, nunca, ninguno, nadie. La fuerza y convicción con la que se pronuncie esa primera letra, si se aspira o no las vocales y consonantes siguientes, dará una idea solo por el tono de cuán convencido se está de esa negativa. Convicción y claridad no tiene nada que ver con el volumen. Por el contrario, el que grita permanece encarcelado en sus emociones. Nuestro tono de voz normal es aquel que tenemos cuando contamos del uno al 10 en voz alta. “Es importante aprender a confiar en una misma, en la propia forma de pensar y de enfrentar al mundo. Para ello, hay que centrarse en los propios aspectos positivos y adquirir independencia de las personas que nos rodean. Esto permite adquirir confianza, poder e independencia, diciendo No en todos los momentos que consideren necesario. A la hora de poner limites es importe hacerlo de una manera asertiva. ¿Qué implica esto?, ponernos en una postura que no sea ni sumisa (complaciendo a los demás) ni agresiva (descalificando y desvalorizando). Se trata de aprender a planificar nuestras actividades, confiar en una enfrentando los propios miedos y temores confrontando y cambiando aquellas ideas erróneas por otras más realistas y criteriosas”, aclara la Lic. Florencia Torzillo Álvarez, coordinadora general del Instituto de Psicología Argentino.

6) Visualizar qué se tiene para decir

Para poder decir lo que se quiere con precisión, primero hay que tenerlo claro en la mente: organizar y concentrarse en los argumentos, en el aquí y ahora. El diálogo interior no debe centrarse en el próximo argumento, pues el lenguaje se vuelve hacia adentro y se terminan tragando el final de las frases dando idea de indecisión. Tampoco se debe confundir en la entonación los signos de pregunta y de exclamación. Si quiero decir “esta tarea no es de mi área”, jamás debo decirlo elevando la voz al final dando la idea de una pregunta. El signo de interrogación imaginario debe ser sustituido por un signo de exclamación.

7) Respirar antes de contestar

Respirar profundo, no solo con la parte superior del pecho pues produce disnea, sino con el abdomen, con una respiración diafragmática. La respiración es la misma que cuando uno se acerca para oler una buena comida. Luego, simplemente decir No y punto. Después de una pausa, continuar, brevemente, con el argumento que se tiene claramente en un mente. Nada de disculpas innecesarias pues debilitarán el efecto muy potente de una posición ya tomada y correctamente argumentada. Para que la relación con el otro no se vea deteriorada, es imprescindible luego del No, punto y pausa, decir un “lo lamento mucho, pero...” o incluso agradecer la oferta, invitación o confianza que tuvieron en uno.

8) ¿Te falta el don de idear rápidamente buenos argumentos?

Trabajá primero con argumentos prefabricados tales como: "Tengo otros compromisos", “No compro nada fuera de un negocio” o "El domingo es básicamente de la familia". Eso permite una reflexión posterior. Secreto: siempre es mejor un No que pueda convertirse, tras un período de reflexión, en un Sí, y no al revés, pues retirar un Sí precipitado es imposible.

9) Disfrutá del No

Cambiar comportamientos que se han hecho carne durante décadas es muy difícil de lograr, por eso, es mejor hacerlo empezando con pequeños pasos. Por ejemplo, practicar el primer No con quienes no tengas ninguna relación o posibilidad de establecerla. Así, por ejemplo, enfrentá la próxima encuesta telefónica no solicitada con un lacónico "No, no respondo preguntas por teléfono". Observá cómo te sentís: ¿culpable? Recuerdá: tenés derecho a decir que No. Cada No justamente dicho es una experiencia maravillosa que deja su huella. Siempre la respuesta a un No es infinitamente menos severa que la fantasía que uno se hizo al respecto y esperaba. Eso sí, las alabanzas que recibías por ser la “Señorita Sí” ya no las recibirás. Ahora queda en vos alimentar su propia autoestima.

10) Una alternativa al No: “Sí, si...”

Hay situaciones en las que un No es imposible, por ejemplo, porque perturbaría la relación, por cuestiones de jerarquía, por razones económicas, etc. En tales situaciones, un “Sí, si...”, absolutamente condicional y vinculante, puede ayudar. Es el momento en que te preguntes, sin ser temeraria, qué es lo que necesitás para mantener tus propias necesidades y que tus deseos no sufran por la concesión hecha. Por ejemplo, podé aceptar una tarea si te ponen personal de apoyo o te quitan otras responsabilidades.

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