Friday 29 de March de 2024
SALUD | 15-11-2012 20:55

Padres esclavizados por hijos tiranos

Cuando los límites fallan desde la etapa más temprana del desarrollo, se crían hijos que se fortalecen con un poder que, confrontado con el mundo externo, se desarma como Superman ante la presencia de la kryptonita.

Son chicos fuertes en el marco del temor y el desconcierto de sus padres, afuera, aparecen malcriados y, generalmente, muy poco tolerados. Tienen un poder que le es ajeno y en tallas mucho más grandes de lo que pueden manejar. Suelen sentirse tristes, enojados, ansiosos, emocionalmente frágiles y frecuentemente con autoestima baja.

En estos chicos, hay patrones de conducta dictatoriales fáciles de reconocer:

La libreta de calificaciones. El rendimiento escolar suele ser un elemento extorsivo usado por niños y no tan niños. Muchas veces, los padres se desesperan por los vaivenes de los hijos en el colegio y, cuando ellos perciben este punto flaco y los cimientos en el vínculo no son lo suficientemente sólidos, puede caerse en un maltrato circular.

Los padres establecen un sistema de premios y castigos muy poco recomendable, ya que lo único que se consigue es poner la cuestión en primerísimo plano, perdiendo la dimensión, la diferencia de lo importante y lo grave. Cuando, finalmente, no rinden, los hijos quedan son rotulados de vagos y responden a esto.

No poder. Los reclamos pueden ser de diverso tipo- más tiempo, el último juguete, la golosina para el regreso- pero el error siempre es el mismo: intentar compensar la deuda con permisos excesivos, que mutan en sentimientos de poder conferidos a los hijos. Incluso, muchos matrimonios que ya no se aman siguen juntos por los hijos y eso también es contraproducente.

“Nunca he visto muchos chicos sufrir desmesuradamente por padres que se separan en forma civilizada. Sí, en cambio, he visto montones de hijos desarmados anímicamente por parejas de padres que sostienen un vínculo agonizante cuando ya no se aman desde hace años”, dice el Lic. Schujman.

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Los Ni-Ni (ni trabajan ni estudian). Cuando los hijos detienen su proceso de salida hacia la adultez, los padres son los garantes de esa adolescencia perpetua prolongando su estadía en el hogar o apoyando que no se dediquen a nada.

Cuando ellos miran en exceso puertas adentro de la casa, seguramente es porque los padres obstaculizan la visual hacia afuera.

Las escenas públicas. “Tenés plata, no mientas. Yo te vi en la billetera dos billetes de $100”, le decía una nena a su mamá. La respuesta materna: ceder para frenar el escándalo. Así, los chicos suelen ser tan víctimas de su maltrato como los grandes que los soportan.

La patología adictiva. Hay chicos que, al reclamo, suman la urgencia: “¡lo quiero ahora!” . Luego, se desaniman por no conseguirlo. Así, se desalienta la cultura del esfuerzo y se construye de un umbral un umbral alto que no permite soportar los embates de la realidad y construir recursos frente a las dificultades.

Los permisos. Típico juego adolescente que pone a los padres entre la espada y la pared: dejarlos salir y crecer sumergiéndose en la angustia del qué les pasará. Una confusión que une el empezar a darles libertad con dejarlos hacer lo que quieran.

Volver a empezar

La situación de tiranía de los hijos puede modificarse, pero lo primero es frenar y empezar con otras herramientas. Para eso fundamental entender las causas por las que se ha llegado a esa situación, en casos extremos, con ayuda de un profesional, para retomar desde ahí conductas diferentes.

Los chicos, en realidad, se sienten solos, vulnerables y con miedo y por eso piden límites a los gritos. Escuchar sus opiniones con respeto, valorándolas honestamente, llevará a encontrar el mejor camino para revertir la situación. Los padres deberán recuperar su poder, dejando el camino fácil de ceder por el más difícil de entablar un diálogo dispuestos a volver a abrir las puertas que se fueron cerrando con el tiempo.

En el caso de los adolescente, que buscan ejercer su autonomía e individualidad, aun dependiendo de la estructura familiar, lo esencial es entender su vulnerabilidad para enfrentarlos sin autoritarismo, desde un lugar de firmeza, usando argumentos reales frente a cada una de las situaciones que se plantean, explicando los porqué, dejando en claro que se actúa a su favor, para evitar que corran riesgos, explicándoles y dándoles ejemplos de la vida real en los medios de información que avalen la postura de los padres y estableciendo claramente reglas que no sean arbitrarias.

Fuentes: “Es no porque yo lo digo”, de Alejandro Schujman (Lumen). www.todopapas.com. Dr. Julio Cukier, director médico de ADOS (Centro de Atención Integral de la Salud para el Adolescente y su Familia)

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