Thursday 28 de March de 2024
SALUD | 10-09-2012 16:42

¿Por qué Yoga?

Han pasado apenas unas horas desde que le conté a una futura practicante de psico-yoga una experiencia que viví y que ha quedado en mi meoria y en mi corazón. Muchas han sido las relacionadas con el tema, pero ésta es la que siento necesidad de compartir con ustedes. Creo que puede abrir puertas que ante situaciones límites, se presentan ante nosotros como infranqueables. Para poder transmitirles la historia, busqué en mi banco de datos y rescaté que ya han pasado... veinte años!

Todo está tan fresco en mi memoria que me sorprendí (qué bueno que resulta no haber perdido la capacidad de asombro).

Una tarde se comunica telefónicamente conmigo una excelente psicóloga que había practicado Yoga conmigo unos años atrás, manifestándome la necesidad de contar con mi trabajo para una paciente suya, con la finalidad de realizar una terapia conjunta. La razón me la explicó en pocas palabras: adicta durante mucho tiempo a diferentes sustancias ("a todo lo que puedas imaginas y a todo lo que no puedas imaginar", según me confesara oportunamente Mónica, la paciente), tenía serios problemas con su esquema corporal y era fundamental recuperarlo para el tratamiento. Rescatada de la muerte en el Hospital Gral. San Martín de La Plata, iniciaba la terapia que llevaría muchos años.

Llegó el día. Recibí a un joven, que con el tiempo descubriría muy inteligente, bella y armónica, "escondida" detrás de una larga y muy oscura cabellera, vestida estilo cebolla y con un maquillaje negro muy tribu urbana de hoy. Su saludo fue cortante y dijo "Me mandó Carla", para dejar bien claro que no era por su voluntad que llegaba a mi casa. Y así comencé a trabajar con ella a la que ubiqué en un grupo de hermosas personas, jóvenes como ella, que nunca conocieron su situación; sólo fue una más del equipo. Le resultó una ardua tarea que matizaba con frases como: "Fa, loca, no me responde el cuerpo", a lo que yo le respondía: "Sos su dueña, él no puede hacer lo que no le indicás; vos mandás".

Fue avanzando lentamente y la confianza entre las dos se fue acentuando; había cambiado sus actitudes esquivas e integrado abiertamente al grupo. Un día me contó que al llegar a su primera entrevista pensó: "Si me recibe una loca con túnica, turbante, sahumerios y en penumbras, me voy". Reímos juntas.

Así pasaron dos años más, en los que nos aliamos para que terminara su carrera universitaria, ya que le habían quedado pendientes unas pocas materias para recibirse. En ese marco le consulté algunas cosas que me preocupaban como mamá de hijos adolescentes. Me preguntó si tenía diálogo con ellos, si conocía a sus amigos y los lugares de diversión y sus necesidades. Le contesté afirmativamente. Respondió: "No te preocupes, nunca vas a tener un hijo adicto". Allí supe que había venido del interior a estudiar a La Plata, dejando una familia en la que nunca había existido el diálogo y la capacidad de amar. Se desconectó de sus orígenes y buscó "amistades" que la conectaron con las drogas; estuvo al borde de la muerte.

¿Cómo termina esta historia? Carla le dio el alta, se recibió de médica e ingresó a trabajar en hospitales del gran Buenos Aires. Sé que ha ayudado a mucha gente. No nos vimos nunca más, pero un hilo invisible nos unirá siempre por lo vivido; por lo que aprendimos juntas.

(*) Docente, profesora de Psico-Yoga.

Publicado en la edición Nro. 1375 de la revista Mía.

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